Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

17 mayo, 2011

Crónicas de Indias (y II)

Las crónicas de Indias son obras eminentemente hispánicas, elaboradas por los peninsulares y los españoles de los territorios de ultramar, toda España se implicó en los trescientos años de crónicas y como ejemplo de ello bastará decir que Fray Bernardino de Sahagún era leonés, Andrés Pérez de Ribas, cordobés, Fray Francisco Palou, mallorquín, Pedro Mariño de Lobera nació en Pontevedra, Miguel de Estete vio la luz en la Rioja y Francisco Ximénez en Écija (Sevilla); José Gumilla era valenciano, Fray Jerónimo de Mendieta de Vitoria y Cristóbal Calvete de Estrella nació en Sariñena (Huesca). Llerena (Badajoz) vio nacer a Pedro de Cieza de León y Casas de Millán (Cáceres) a Miguel del Barco. En los territorios de allende el Atlántico nacieron, entre otros, Pedro de Mercado que lo hizo en Riobamba (Ecuador), Fray Agustín Dávila Padilla que vio la luz en la ciudad de Méjico o Buenaventura de Salinas y Córdova que dio sus primeros pasos en Lima.
Los informes que narran lo que hay o sucede en las Indias son una Descripción breve, Memoria, Suma y narración, Jornada, Verdadera relación, etc. No importa el título, lo significativo es la exactitud del relato, ya histórico, ya de la Naturaleza, o el dominio del lenguaje que lleva a escribir alguna crónica histórica en verso, tal es el caso de La Araucana de Alonso de Ercilla. Importa evangelizar al indio, describir el paisaje, la vegetación exótica, los animales, el mundo inerte. Es de vital interés contar cómo son los naturales de los territorios recientemente descubiertos, su idioma y sus costumbres. Los cronistas muy frecuentemente se interesan por las formas de vida de los indios, que describen con profusión de detalles
Las crónicas cuentan los avatares de la conquista y colonización del Nuevo Continente. Son narraciones de sucesos bélicos, o de otra índole (de la naturaleza, antropología, etc.) que suelen contener algunos aspectos de indudable interés científico. Francisco Esteve Barba publicaba en 1964 un completísimo estudio sobre este asunto en un libro titulado Historiografía indiana; en él clasificaba a los cronistas de las Indias en tres categorías de acuerdo con su formación personal: el simple conquistador, el humanista y el eclesiático. Esta clasificación permite la ubicación de un buen número de historiadores de los territorios americanos y como modelos de los tres tipos de cronistas podemos citar a Bernal Díaz del Castillo, excelente ejemplo de conquistador, sin más, Pedro Mártir de Anglería, modelo de humanista y al Padre José Acosta, paradigma de cronista eclesiástico.
Han pasado muchos años desde que aparecieron las primeras crónicas de Indias y la frescura de los relatos se mantiene. Las dotes intelectuales por las que los cronistas fueron capaces de redactar páginas sobre una naturaleza que les era desconocida, con los medios que tenían a su alcance, no eran nada comunes. Pero sobre todo, la emoción que debieron sentir al contemplar esos territorios exóticos y el impulso que los hizo escribir esos hermosos libros serán difícilmente superables por los cronistas de nuestros tiempos.

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