Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

27 julio, 2011

El Observatorio Fabra

Dos personalidades científicas españolas estuvieron ligadas a la creación y desarrollo de un centro de investigación y divulgación de la ciencia como el Observatorio Fabra, en las cercanías de Barcelona. Los científicos en cuestión eran José Comas y Eduardo Fotserè. Los primeros pasos del Observatorio dependieron, en gran medida, del buen hacer de estos hombres.
En 1894 la Real Academia de Artes y Ciencias de Barcelona entrega a la Diputación de Barcelona un proyecto para construir un observatorio astronómico, meteorológico y sísmico en el Tibidabo. La Diputación rechaza el proyecto que había presentado el meteorólogo Eduardo Fontserè i Riba (1870-1970), pero la idea iba a seguir hacia adelante.
En el año 1900 el marqués de Alella, Camilo Fabra i Fontanils (1833-1902), industrial, político, que había sido alcalde de Barcelona (entre enero y abril de 1893) y diputado a Cortes en tres legislaturas, sufraga económicamente el 80% del primitivo proyecto. El resultado es que en 1902 comienzan las obras en la vertiente sur-este de la sierra de Collserola, bajo el Tibidabo, muy cerca de Barcelona, y José Comas i Solà (1868-1937) es el encargado de modificar el plan original y dirigirlas. Así, entre 1902 y 1904 se levanta un edificio obra de del arquitecto modernista José Domènech Estapà (1858-1917).
En 1904 Comas i Solà fue nombrado primer director del Observatorio Fabra, denominado así en honor del mecenas citado antes. Después, en 1912, la dirección del mismo fue compartida por él, responsable de la sección astronómica, y por Eduardo Fontserè, de la meteorológica y sísmica. 
El centro fue inaugurado oficialmente el 7 de abril de 1904, con la presencia del rey Alfonso XIII y diversas autoridades.
José Comas fue un astrónomo excelente: realizó numerosas observaciones de Marte y otros planetas, que vieron la luz en las más importantes revistas astronómicas de su época, estudió diferentes eclipses totales de Sol, en 1925 descubrió un cometa y en 1926 otro que lleva su nombre y publicó numerosos trabajos de divulgación astronómica.
Eduardo Fontserè era, principalmente, meteorólogo. Fundó el Servei Meteorològic de Catalunya, que en un solo organismo agrupaba las diferentes actividades meteorológicas que controlaba y dirigía. Un importante fruto de este trabajo fue el Atlas Pluviométric de Catalunya, preparado por el doctor J. Febrer, y que vio la luz en 1930. 

20 julio, 2011

El Laboratorio de Investigaciones Físicas

En 1911, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas crea el Laboratorio de Investigaciones Físicas, el mejor dotado de los laboratorios de física de nuestro país, y en 1912 nombra director a Blas Cabrera y Felipe (1878-1945), considerado "padre de la física moderna española".
En el Laboratorio de Investigaciones Físicas trabajan físicos y químicos animosos que se organizan en cuatro secciones: Metrología, Electricidad, Espectrometría y Espectrografía y Química-Física. Se hace necesario destacar que, además de la importante labor científica investigadora que realizó el físico canario, también fue sobresaliente el grupo de científicos que trabajó a su lado, o en alguna de las secciones del laboratorio. En este aspecto, es difícil encontrar un grupo tan distinguido de personalidades de categoría internacional trabajando en el mismo lugar: Enrique Moles (1883-1953), Julio Palacios (1891-1970), Arturo Duperier (1896-1959), Miguel Ángel Catalán (1894-1957), etc. La pena fue que este enorme esfuerzo de personas de talla descomunal fuera segado por la Guerra Civil (1936-1939).
Para conocer de primera mano las investigaciones que se realizaban en el laboratorio, nos basta leer un documento firmado por Cabrera, hacia 1924, en el que nos hace un perfecto resumen de las mismas: “El Laboratorio de Investigaciones Físicas viene dedicado en estos últimos años a tres órdenes principales de trabajos. 1º Magnetoquímica. Estrictamente para las medidas de las constantes magnéticas de los cuerpos el Laboratorio posee cuanto le es indispensable, pero los resultados obtenidos hasta hoy, algunos (los más importantes pendientes de publicación) indican la conveniencia de realizar paralelamente el estudio magnético de los complejos del grupo del hierro y su análisis estructural con ayuda de los rayos X. (…) 2º Pesos atómicos por métodos fisicoquímicos. En este grupo de trabajos las bajas temperaturas son absolutamente necesarias, y como en Madrid no existe facilidad para obtener en el comercio en todo momento ni siquiera el aire líquido, la continuidad indispensable en toda labor de investigación no se puede obtener. (…) 3º Espectroscopia. Los estudios realizados por Catalán han agotado ya la capacidad de nuestro exiguo material espectrográfico (…)”
La labor que se estaba realizando en el laboratorio traspasó nuestras fronteras. La proyección internacional de la ciencia que se hacía en el Laboratorio de Investigaciones Físicas supuso que en 1926 Charles Mendenhall, representante de la International Educational Board —organismo creado por la Fundación Rockefeller— y a la sazón profesor de Física en Wisconsin, escribiera un informe minucioso y halagador para los científicos y las investigaciones que se estaban realizando en el laboratorio dirigido por Cabrera: “No conozco ninguna institución en Estados Unidos en la que se estén realizando tareas comparables en locales tan primitivos y poco eficaces.”
Las carencias del laboratorio iban a ser solucionadas casi de golpe gracias a la Fundación Rockefeller y al Gobierno de España. Después unas largas negociaciones, en 1925 se firmó un preacuerdo entre el Gobierno español y la Junta para Ampliación de Estudios por un lado y la International Educational Board por otro para crear en Madrid un gran centro de investigación de física y química. La Fundación aportó unos 400.000 dólares para la creación del que fue un espléndido centro de investigación científica: el Instituto Nacional de Física y Química, inaugurado en 1932.
Una pequeña paradoja: en la actualidad este centro se mantiene con el nombre de Instituto Rocasolano, en honor del que fuera catedrático de Química General de la Universidad de Zaragoza Antonio de Gregorio Rocasolano, que en 1940 ocupó el cargo de vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y que fue muy crítico… ¡con la labor realizada por la Junta para Ampliación de Estudios! 

13 julio, 2011

Las ciencias en el siglo XVIII

José Cadalso y Vázquez (1741-1782) fue un literato y militar español que ha pasado a la historia de la literatura por sus Cartas Marruecas que, publicadas en 1793, contienen párrafos como los siguientes en los que se describe el panorama cultural español de aquellas personas dedicadas al cultivo del saber (la palabra ciencia era sinónima de conocimiento) :
“El atraso de las ciencias en España en este siglo, ¿quién puede dudar que procede de la falta de protección que hallan sus profesores? Hay cochero en Madrid que gana trescientos pesos duros, y cocinero que funda mayorazgos; pero no hay quien no sepa que se ha de morir de hambre como se entregue a las ciencias, exceptuadas las de pane lucrando que son las únicas que dan de comer.
Los pocos que cultivan las otras, son como aventureros voluntarios de los ejércitos, que no llevan paga y se exponen más. Es un gusto oírles hablar de matemáticas, física moderna, historia natural, derecho de gentes, y antigüedades, y letras humanas, a veces con más recato que si hiciesen moneda falsa. Viven en la oscuridad y mueren como vivieron, tenidos por sabios superficiales en el concepto de los que saben poner setenta y siete silogismos seguidos sobre si los cielos son fluidos o sólidos.
Hablando pocos días ha con un sabio escolástico de los más condecorados en su carrera, le oí esta expresión, con motivo de haberse nombrado en la conversación a un sujeto excelente en matemáticas: ‘Sí, en su país se aplican muchos a esas cosillas, como matemáticas, lenguas orientales, física, derecho de gentes y otras semejantes.’
Pero yo te aseguro, Ben-Beley, que si señalasen premios para los profesores, premios de honor, o de interés, o de ambos, ¿qué progresos no harían? Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más estímulo; pero no hay protectores. (…)”

06 julio, 2011

Los multipletes de Miguel Catalán

Miguel A. Catalán Sañudo, fue un científico nacido en Zaragoza en 1894 y que falleció en la capital de España en 1957. Aunque se licenció en Ciencias Químicas en la Universidad de Zaragoza (19079 y se doctoró en Madrid (1917), su ocupación científica fue la física de manera que puede considerársele uno de los físicos más importantes del siglo XX español. 
En enero de 1915 comenzó a trabajar en la Sección de Espectroscopia del Laboratorio de Investigaciones Físicas dirigido por el más eminente físico español: Blas Cabrera.
En 1920 llega a Londres, becado por la JAE, y trabaja con Alfred Fowler (1868-1940), uno de los espectroscopistas más importantes del momento, con el que aumenta sus conocimientos de espectrografía. Un año después demuestra que grupos de líneas distribuidas más o menos irregularmente en el espectro pueden tener un origen físico común. En 1922 presenta sus resultados en la Royal Society y en 1923 ve la luz, en la muy importante Philosophical Transactions of the Royal Society of London, su trabajo: “Series and other regularities in the spectrum of manganese”. Su descubrimiento de los multipletes fue un paso muy importante en el desarrollo de la teoría cuántica y de la astrofísica.
William F. Meggers (1888-1966), uno de los espectroscopistas más importantes de su tiempo, se refirió al descubrimiento de Catalán de esta manera: “Con anterioridad a 1921 los términos espectrales derivados del análisis de espectros atómicos relativamente sencillos consistían únicamente de niveles simples, dobles y triples. Catalán atacó valientemente los espectros más complejos del manganeso y del cromo, y felizmente encontró términos que contenían 5, 6 ó 7 niveles que se combinaban para producir grupos de 9 a 15 líneas espectrales, para los cuales acuñó el término multiplete. El descubrimiento de Catalán de términos espectrales de gran multiplicidad fue una clave correcta a la interpretación de los espectros complejos; pronto fue adoptada por muchos espectroscopistas, produciéndose una avalancha de multipletes. Esto inspiró el desarrollo de la interpretación cuántica de los espectros atómicos y trajo la edad de oro de la espectroscopia en 1926 cuando se hizo posible explicar teóricamente todas las radiaciones discretas en términos de energías y números cuánticos asociados con electrones de átomos e iones”.
Sus descubrimientos le permitieron relacionarse con los mejores científicos de su campo de investigación y muy especialmente con Arnold J. W. Sommerfeld y su grupo de investigadores de Múnich.