¿Se
imaginan a un hombre del mundo de las letras citando con precisión y haciendo
comentarios de la labor que hacen los hombres de ciencia? La estúpida
separación educativa en ciencias y letras —que desde hace años es más mema aún
ya que divide las ciencias y las letras en compartimentos más pequeños—, impide
que cualquier estudiante del ámbito científico tenga unos mínimos conocimientos
de literatura española y hace que uno de letras tenga problemas para
diferenciar la retina del cristalino.
Francisco
de Fortuna Cascales (1564-1642) fue un destacado humanista, tratadista
literario, autor de algunas obras históricas, de unas Tablas Poéticas (1617) y de unas conocidas Cartas filológicas (1634) en las que se alternan escritos de
erudición (poética, histórica, literaria, etc.) con informaciones de la más
diversa índole. En ellas podemos ver que este erudito murciano tiene ideas muy
claras y modernas en relación con la ciencia y que, además, es buen conocedor
de científicos de su época.
A
este respecto transcribo unos párrafos en los que Cascales nos muestra su
parecer sobre los dichos del vulgo y saca a relucir dos importantes
personalidades de la ciencia del siglo XVI: Pierre Belon (1517-1594) y Charles de L’Écluse, o Clusius (1526-1609). El humanista escribe que
“Del camaleón se dice que se sustenta
del aire; y escribe Petro Belonio, que es engaño, y que él estando en el Cairo
vio muchos, los cuales se sustentan de moscas, langostas y gusanillos de las
hierbas, y las cazan con la lengua, que tienen con un nudo les sirve a manera
de ballestilla. De manera que no porque
una cosa haya corrido con tal nombre, por eso se ha de quedar en él para
siempre; tenga algún día su lugar la verdad, y no vivamos en eterno engaño.
En controversia está si estas famosas
piedras de que tratamos tienen virtud medicinal o no; pero yo no me meto en
eso. Sea así que tengan virtud, a lo
menos debe ser muy poca; pues dice Carolo Clusio, médico excelente y grande
indagador de verdades: “El precio, dice, de estas piedras es tan subido, o por
su rareza, o por la afición de los hombres, que mayores facultades, y con larga
experiencia comprobadas, tiene la piedra imán, y la piedra que estanca la
sangre de cualquier parte o que salga, y no tiene precio sino vil y bajo.” Y
más abajo, en este mismo discurso que hace de las piedras, dice que esta piedra
estancasangre se llama alaqueca, [es
la cornalina o ágata roja] y que una libra de ella, aderezada se vende en un
real castellano: “Y la virtud de esta piedra sobrepuja las facultades de todas
las piedras preciosas, como quien es bastante a reprimir la sangre de donde
quiera que mane, en un instante.” Y el mismo dice que el diamante, con ser tan
estimado, nullius est in medicina usus; que
no es de ningún provecho en la medicina.”
[Las dos citas de Clusio que aparecen en los párrafos que
trascribo están escritas en latín y traducidas después. Obviamente, he omitido
el fragmento en latín.]
Reunamos nuevamente las ciencias y las letras
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