Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

31 marzo, 2013

Diego de Santiago, alquimista


El pueblo cacereño de San Martín de Trevejo vio nacer, a mediados del siglo XVI, la la figura más destacada del paracelsismo en España, Diego de Santiago.
Pocas son las noticias que tenemos de él: trabajó en su pueblo natal, Zamora, El Escorial y Sevilla. Escribió un pequeño folleto con consejos prácticos sobre la peste, Preservativos contra la peste (1599). Sin embargo, la obra por la que merece toda consideración es Arte separatoria, publicada, en dos libros, en 1598. El título completo de la obra es: Arte separatoria y modo de apartar todos los Licores, que se sacan por vía de Destilación: para que las Medicinas obren con mayor virtud y presteza. Completa la portada de la misma la profesión del autor, “Destilador de su Majestad”, y su vecindad, Sevilla.

En el Laboratorio de destilación de El Escorial destacan Ricardo Stanihurst, autor de un tratado de alquimia publicado en 1593 y el extremeño Diego de Santiago, del que queda dicho que tenía el título de “destilador de su Majestad”, uno de los numerosos puestos científicos de la casa real en tiempos de Felipe II.
No sabemos si el libro tuvo una gran acogida por parte de los alquimistas, boticarios, etc. Sí conocemos que el benedictino Fray Esteban Villa, considerado como uno de los más insignes farmacéuticos de su época, cita en sus obras a nuestro autor.
Santiago es, para su época, un científico moderno. Influido por la obra de Paracelso, ataca de manera continua los argumentos de la “autoridad científica”. El extremeño no es tan soberbio como Paracelso pero, el gran valor que da a la experimentación le lleva a decir de la medicina antigua y de las elucubraciones de los galenistas lo siguiente: “porque lo que ellos leen para ser cierto, ha de ser sacado de ella con experiencia, aunque según los efectos que se ven con la medicina antigua debe haber sido escrita discurriendo con el entendimiento, sin venir a la demostración, y experiencia: lo cual se ve en su variedad, que sucede muchas veces, sobre una enfermedad haber cien pareceres, y todos diferentes y alegados por un autor”.
Una faceta importante de la obra de Diego de Santiago es que escribe en lengua vulgar y no en latín; en esto también coincide con Paracelso. En la España científica del siglo XVI se escribe en latín y en romance y aunque los que lo hicieron de esta manera recibieron ataques de los primeros, es obvia la existencia de un fuerte movimiento en favor de la lengua vulgar para difundir los conocimientos científicos.
El texto de Diego de Santiago es un libro sobre destilaciones o “separaciones” entendidas de acuerdo con el argot científico de la época y no con el de la química actual. El concepto que tiene el extremeño de lo que es la separación es claro: “Considerando que ninguna cosa se puede conservar fuera de su individuo, si no se procede con ella con los medios de esta arte separatoria, separando y dividiendo los unos de los otros, y por esta separación se dividen los contrarios y se juntan los concordantes”. Y en otro lugar completa esta definición: “con él se apartan las sustancias de que están compuestos todos, y si lo ejercitasen los hombres de buen discurso, por él alcanzarían lo oculto de la naturaleza, en lo cual está lo más perfecto”.
En relación con la época que le tocó vivir considero que De Santiago es un buen científico ya que utilizó, mutatis mutandis, el método experimental.

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