El Monasterio de El Escorial, construido entre 1563
y 1584, es un auténtico símbolo, no sólo de la figura de Felipe II, sino
también de su reinado: centro cultural, templo, mausoleo, palacio, biblioteca,
museo, etc.
Desde la fundación del Monasterio, Felipe II tuvo la
idea de crear una gran biblioteca que estuviera a la altura de las mejores y
para conseguirlo dedicó todos sus esfuerzos, energía y poder. Se rodeó de lo
más granado de la intelectualidad de la época y son humanistas bibliófilos los
que le orientaron en la adquisición de los ejemplares; entre ellos ocupa un
lugar destacado Benito Arias Montano, auténtico organizador de la librería
escurialense y al que se debió “la división del fondo por lenguas y su
ordenación en 74 materias, 21 de las cuales eran científicas”.
Cuando Benito Arias Montano vuelve de los Países
Bajos, el Monarca español le encarga la catalogación y ordenación de los fondos
de la Biblioteca ,
que fue concebida como lugar de reunión de los conocimientos de la época y
configurada desde cinco direcciones: los 4000 volúmenes que regala Felipe II de
su biblioteca particular y que constituyeron el fondo inicial de la primitiva,
el traslado de bibliotecas monacales, donaciones realizadas por intelectuales,
la adquisición de fondos en las más importantes ciudades europeas y la compra
de libros de las bibliotecas de insignes personajes entre los que destacan,
Francisco de Rojas (1573), Marcos Salón de Paz (1574), Juan Bautista de Toledo
(1574), Pedro Fajardo (1581) y sobre todos ellos Diego Hurtado de Mendoza
(1576), cuya biblioteca particular era probablemente una de las tres mejores de
la España de
la época. La biblioteca particular de Benito Arias Montano se incorporó a la de
El Escorial en 1599, un año después del fallecimiento del extremeño. Más tarde,
el fondo bibliográfico se enriqueció con los libros de Alonso Ramón de Prado
(1609) y cinco años más tarde con los 4000 manuscritos árabes, persas y turcos
de la famosa biblioteca del emperador de Marruecos Muley Zidán.
El más importe de los fondos de la Biblioteca de El
Escorial es el latino y lo es en cantidad y calidad y fue, a fines de la
decimosexta centuria, la primera de las europeas en cultura islámica contaba con
numerosos códices musulmanes, gran parte de los cuales eran de saberes
científicos.
Además, en la Biblioteca de El Escorial se archivó una gran
cantidad de obras incluidas en el Índice
de libros prohibidos. Además, tuvo el privilegio, concedido por Felipe II,
de recoger gratis un ejemplar de todas las publicaciones que se imprimieran en
los dominios españoles y en 1619 se recomendó esta norma a los virreyes de
Flandes, Sicilia, Milán, etc. Desgraciadamente, el incendio de 1671 acabó con
muchos libros y manuscritos.
En fin, la librería escurialense era también un “museo de antigüedades y
objetos artísticos, era al mismo tiempo gabinete de instrumentos científicos y
depósito cartográfico”.
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