Este breve relato que voy a contar
hoy empieza en un catedrático de Historia de Instituto que se llamaba Francisco
Barnés Salinas (1877-1947), que también fue diputado en 1931 y ministro de
Instrucción Pública y Bellas Artes en varios gobiernos de la II República.
Francisco casó con Dorotea González y
tuvieron tres hijos y cuatro hijas: Dorotea, la mayor, nació en Pamplona en
1904, pero su padre se trasladó al Instituto de Ávila y en la población
castellana nacieron Adela (1908) y Ángela (1912). Petra nació en Madrid (1910).
Me voy a limitar a trazar unas pinceladas de las mujeres de la familia porque
es casi imposible hallar una en la que todas sus mujeres se dedicaran con éxito
a la actividad intelectual... ¡en el primer tercio del siglo XX!
Dorotea Barnés estudió Ciencias
Químicas en la Universidad Central. En 1929, sin terminar la carrera, marcha a
los Estados Unidos con una beca del Smith College de Northampton (Massachussets)
y una ayuda de la Junta para Ampliación de Estudios. Allí realizó algunos estudios de química y de análisis espectral con Gladis Anslow
(1892-1969), una física destacada en esa especialidad. Estas tres mujeres,
Foster, Anslow y Barnés, publicaron en 1930 un trabajo sobre las algunas
características químicas y el espectro de absorción de la cistina en una de las
revistas científicas de bioquímica de mayor prestigio internacional, antes y
ahora: The Journal of Biological
Chemistry. Obtiene
la licenciatura en 1931, con Premio extraordinario y poco después se doctora.
En ese mismo año empieza sus investigaciones en la Sección de Espectroscopía
del Instituto Nacional de Física y Química. La Guerra Civil hizo que se fuera
con su marido y su hija a Carcassone, Francia, aunque, como le ocurrió a un
gran número de mujeres de su tiempo, el matrimonio ya le había alejado de su
labor investigadora: “a mí me retiró de la ciencia mi marido”, dijo en 1996.
La segunda de las hermanas, Adela
Barnés, también cursó la carrera de Químicas, licenciándose en 1932 en la Universidad
Central de Madrid con Premio Extraordinario. Desde 1931 y hasta 1936 trabajó
con Enrique Moles (1883-1953) en el Instituto Nacional de Física y Química. En
esta época ejerció como profesora ayudante en la cátedra de Química Inorgánica
que Moles desempeñaba en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid.
Estaba en un congreso en París cuando
empezó la Guerra Civil y no volvió a España. Se exilió a Méjico, donde trabajó
de ayudante de Química Orgánica y Análisis Químico con José Giral (suegro de su
hermana Petra), en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico
Nacional, donde se jubiló.
Petra Barnés estudió y se licenció en
Farmacia en la Universidad madrileña, también con Premio Extraordinario.
Investigó con Antonio Madinabeitia (1890-1974)
en la Universidad Central y en el Rockefeller. En cualquier caso, Petra emparentó con una
familia de científicos y políticos, los Giral; con Francisco se casó en
a1932. La Guerra Civil sorprendió al
matrimonio en Madrid, pero en 1937 se trasladaron a Cocentaina (Alicante) donde
Francisco fue director de la fábrica de pólvoras. Se exiliaron a Méjico y los
esposos Giral trabajaron en el Centro Politécnico Nacional. Allí descubrieron
juntos la fórmula de la giralgenina. Petra trabajó, hasta su jubilación,
en diversos laboratorios y falleció en 1992.
La hermana menor de los Barnés fue Ángela.
Se especializó en lingüística árabe y trabajó con el insigne arabista Miguel
Asín Palacios (1871-1944), con el que hizo la tesis sobre alquimia árabe. En 1936
obtuvo una beca para trabajar como ayudante de Asín en la Escuela de Estudios
Árabes. Pasó la Guerra Civil en San Lúcar de Barrameda con la familia de su
marido, Francisco Bozzano Prieto. Vivió en Madrid después de la contienda
aunque, igual que Dorotea, no realizó ninguna actividad profesional.
El
resto de la familia, padre y madre incluidos, permaneció en el exilio mexicano,
donde, como ya se ha dicho, Adela y Petra continuaron su trabajo científico
hasta la jubilación.
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