Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

22 abril, 2024

Ulloa y el platino, una escoria del oro

 En el siglo XVIII,  en Chocó y Barbacoas, en el Virreinato de Nueva Granada (actual Colombia), había unas importantes minas de oro que tenían un inconveniente: adheridas al codiciado metal se encontraba otro desconocido que era muy difícil de separar, el platino.

En ese momento, el oro era lo más estimado y, si había mucho platino asociado a él, la mina tenía que abandonarse porque era más costoso obtener oro puro que el rendimiento que se iba a conseguir. Es decir, el platino era un auténtico perjuicio.

En esos años, al platino se le denominaba platina de Pinto, porque  era muy parecido a la plata y se encontraba en las arenas del río Pinto, en el Popayán colombiano. También recibía, entre otros nombres, el de oro blanco.

En América,  se conocía la platina, pero en Europa no. La primera noticia, estrictamente concisa, la da, en 1557, el italiano Giulio Cesare Scaligero o, latinizado, Julius Caesar Scaliger (1484-1558). Sin embargo, la paternidad del descubrimiento debe de ser para  los científicos que lo purifican y estudian sus propiedades. 


No fue hasta 1734, en la expedición científica franco-española a América,  la denominada misión geodésica al Perú (de la que ya hemos dado cuenta en otra entrada de este blog), cuando Antonio de Ulloa (1716-1795) y Jorge Juan y Santacilia (1713-1773) realizaron informes sobre el platino que enviaron a la Península.

Así lo cuentan —en lo que es la primera referencia al platino— Antonio de Ulloa y Jorge Juan en el libro VI de la Relación histórica del viaje a la América meridional, obra de 1748. Se puede leer que en las arenas del Río Pinto...

 “En el partido del Chocó, habiendo muchas Minas de Lavadero [...], se encuentran también algunas, donde por estar disfrazado, y envuelto el Oro por otros Cuerpos Metálicos, Jugos, y Piedras, necesita para su beneficio del auxilio del Azogue; y tal vez se hallan Minerales, donde la Platina (Piedra de tanta resistencia, que no es fácil romperla, ni desmenuzarla con la fuerza del golpe sobre el Yunque de Acero) es causa de que se abandonen; porque ni la calcinación la vence, ni hay arbitrio para extraer el Metal, que encierra, sino a expensas de mucho trabajo, y costo”.

Esto es, lo que se lee en la Relación histórica del viaje a la América meridional es que hay  una mezcla de minerales. Lo que sí es claro es que  fue el primero que dio noticia de algo nuevo.

Texto sobre el platino

En un trabajo reciente sobre una muestra enviada en la época de Ulloa, los profesores Fernando Gervilla y Javier García-Guinea  han  encontrado la siguiente composición de la misma: granos que son aleaciones de platino-hierro (platina)  —que suelen tener inclusiones de otros minerales del grupo del platino (ruthenio, paladio, osmio, iridio, rhodio y platino)— y oro nativo, mezclados con granos de magnetita-ilmenita y menor proporción de hematites, granate, augita, apatito, titanita, cuarzo, calcita, conchas y restos de plantas.

Evidentemente, este conjunto hacía, entonces,  muy difícil la separación del oro.

La purificación del oro de los “indeseables” añadidos era necesaria por razones económicas y legales. En efecto, las piezas de oro acuñadas debían poseer una determinada pureza y, por ello, cuando el oro tenía anejos otros minerales, aunque fuese platino, había que eliminarlo ya que se consideraba un delito contra la Hacienda Real. Por eso,  los altos contenidos en platina provocaron el cierre de las minas citadas arriba porque su rentabilidad era escasa o nula.

Simultáneamente, en 1741, el metalúrgico británico Charles Wood (1702-1774) encontró en Jamaica unas muestras, que fueron llevadas allí de contrabando desde Cartagena de Indias. Wood efectuó algunos experimentos (que no publicó) y aisló el nuevo metal con agua regia (una mezcla de los ácidos nítrico y clorhídrico). Además, mandó muestras al médico y científico William Brownrigg (1711-1800), que siguió estudiándolas en Gran Bretaña y, finalmente comunicó los resultados al también científico y médico inglés William Watson (1715-1787), miembro de la londinense Royal Society. Este, dio a conocer en 1750 el mineral a los científicos británicos en un artículo titulado “Several papers concernig a new semi metal, called platina”, que apareció en revista Philosophical Transactions.

 Texto Philosophical Transactions.

Lo que era la platina, al final se vio que era un nuevo metal (el platino).  Esto es lo que descubrieron Wood y Brownrigg, y Watson se refiere al nuevo metal de la siguiente manera: “Esta sustancia no se menciona en ningún autor que yo haya encontrado, excepto por nuestro valioso hermano Don Antonio d’Ulloa”.  

La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País creó, en 1778, en el Real Seminario Patriótico de Vergara, las cátedras de Metalurgia, Mineralogía y Química, que fueron asignadas a eminentes especialistas de la época: François Chavaneau (1754-1842),  Fausto Delhuyar, (1755-1833) y Louis Proust (1754-1826) respectivamente. Los franceses Chavaneau  y Proust realizaron casi toda su actividad científica en España y el riojano Delhuyar, con su hermano Juan José, descubrió el wolframio pocos años después.

Se hacía necesario aislar el mineral, lo que se hizo con un método de purificación del platino patentado por Chavaneau que, en colaboración con Fausto de Elhuyar, consiguieron platino maleable en 1786. El francés Chavaneau consideró la labor realizada por Ulloa fundamental y, por ello, le dedicó una placa de platino con el siguiente texto: AL EXCMO. SR. DON ANTONIO DE ULLOA, EL PRIMERO QUE TRAJO LA PLATINA A EUROPA EN MDCCXLVIII.

Referencia a Ulloa en el documento de Watson

La platina cada vez era más requerida en Europa y, por eso, aumentaron los envíos de materiales aluviales desde Nueva Granada. Esto llevó a la creación de un nuevo laboratorio, en la madrileña calle del Turco. Este laboratorio era el segundo en la capital sobre este asunto; el primero fue la Casa de la platina (o de la Hortaleza), que desapareció con la invasión napoleónica. En ambos centros se realizaron investigaciones para mejorar los métodos de purificación y obtener platina pura. Sin embargo, todos los nuevos procesos que se hicieron se silenciaron por orden real de Carlos III, ya que se quería mantener el monopolio del comercio del platino y España quería ser la referencia de este negocio en Europa.

La platina mantuvo este nombre hasta que vieron la luz  los experimentos del británico W.H. Wollaston (1776-1828) al principio del siglo XIX. Este químico, que descubrió los metales rodio y paladio, se hizo rico  con un método de procesamiento del platino. 

 En resumen, Antonio de Ulloa dio a conocer a los europeos la existencia de la platina, algo muy importante pero... el descubrimiento, como hemos visto, no fue realizado por este extraordinario científico.

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