Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

04 enero, 2025

Científicos exiliados

 

Un corolario de la Guerra Civil fue que muchos españoles emigraron porque políticamente se habían significado con los perdedores de la contienda, antes o durante ella, y como consecuencia no les esperaba un futuro muy halagüeño, otros se fueron porque no estaban dispuestos a vivir en el régimen de Franco. En cualquier caso, no fueron pocos los que regresaron a España después de la contienda.

Limitándonos a los científicos, se pueden poner unos ejemplos harto elocuentes que demuestran que el exilio necesariamente afectó a la ciencia que se hacía en España porque se marcharon mentes preclaras de la ciencia española, de todas las disciplinas, aunque muy especialmente de las biomédicas. Algunos de ellos habían finalizado su actividad intelectual, eran personas de edad avanzada que fallecerían poco después allende nuestras fronteras; así loa biólogos Odón de Buen, Ignacio Bolívar, José Rioja, etc.

Podemos ver, someramente, el caso de algunos miembros de la familia del considerado Padre de la Física Española, Blas Cabrera y Felipe (1878-1945), probablemente, después de Ramón y Cajal, el científico español más importante de entre los que vivieron en España en el siglo XX, el más importante de los físicos españoles de la época. Era un hombre al que la Guerra Civil le dividió la familia, cosa que no fue anómala entre los españoles; su hijo mayor, Blas Cabrera Sánchez (1907-1983), era médico y su orientación política le llevó a ser secretario particular de Juan Negrín durante la contienda; el segundo, Luis (1911-1980), era arquitecto y combatía en el ejército de Franco (detalle este último que se “olvida” en casi todas las biografías).

Blas Cabrera y Felipe

Blas Cabrera y Felipe era un hombre que había nacido en 1878 y que según su confesión —en una carta al embajador de España en París, en abril de 1939—, estaba “totalmente alejado de nuestras luchas civiles, primero porque es el principio director de mi vida, y segundo, porque temía crear dificultades a personas muy allegadas de mi familia que intervenían en las dos Españas”.

Así que, como muchos intelectuales, fue castigado por los perdedores y por los vencedores. El gobierno de la República, en plena contienda, le retiró el sueldo de catedrático y lo expulsó del Colegio de España. Blas Cabrera, quiso volver a nuestro país, lo que nos indica que su personalidad "política" no era muy marcada, pero a pesar de que hablaba de un “vivo deseo de continuar mi obra en España” fue depurado por el franquismo y en 1941 se instaló en la capital de México.

Su hermano se encontraba en una situación muy diferente: Juan Cabrera y Felipe (1898-1976), catedrático de Acústica y Óptica en la Universidad de Zaragoza desde 1920, también fue depurado, muy pronto rehabilitado y fue rector de la Universidad aragonesa desde 1952 a 1968.  Así que en la familia Cabrera un miembro tuvo que exiliarse y el otro permaneció en España y falleció después de la muerte de Franco.

Muchos españoles emigraron, en plena Guerra Civil, desde la zona afecta a la República, algo que también se olvida sectariamente. Y muchos no eran antirrepublicanos. Entre éstos se encontraban José Castillejo, Gregorio Marañón y Severo Ochoa, por citar tres personajes de gran importancia cultural.

 Castillejo, secretario de la Junta para Ampliación de Estudios, se libró por un golpe de suerte de ser asesinado en el Madrid republicano y es que se escapó de la muerte porque era un hombre muy influyente y estaba muy bien relacionado.

Por su parte, Gregorio Marañón, un intelectual que contribuyó, y no poco, al advenimiento de la República, se exilió del Madrid republicano (junto con otra figura señera de la cultura española, Ramón Menéndez Pidal) en diciembre de 1936 y volvió a España en 1942.

El bioquímico Severo Ochoa dejó España en 1936, pero no por sus fuertes creencias antifascistas, sino por razones científicas. Fue un emigrante, no un exiliado por causas políticas, se marchó de España por razones laborales: “... no había, aun sin guerra, en la España de entonces, la posibilidad de hacer la clase de ciencia que yo soñaba hacer. Hubiésemos terminado yéndonos de todos modos”. 

Severo Ochoa

No eligió inicialmente, desde luego, un país con talante democrático, pocos había entonces. El matrimonio Ochoa marchó a la Alemania hitleriana, a Heidelberg, al laboratorio de su maestro Otto F. Meyerhof (1884-1951); después estuvo en Inglaterra... finalmente en los Estados Unidos y dijo: “Estaba claro que para continuar investigando, sin un largo paréntesis que podría destruir para siempre mis posibilidades de llegar a ser un científico, tendría que irme a otra parte y, después de mucho pensarlo, mi mujer y yo nos decidimos a abandonar España”.

La locura de la guerra también la sufrieron científicos y técnicos de ideas conservadoras. Así, el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo —autor del Plan Hidrológico Nacional de 1933—, cuando comenzó la Guerra Civil, ante los desmanes que se produjeron en Madrid se amparó con parte de su familia en la Embajada de Chile, donde estuvieron alrededor de año y medio, antes de poder pasar furtivamente a Francia. Asimismo,   tres de sus hijos (Pardo Blanc) fueron encarcelados en esos meses y gracias a las gestiones del embajador de Chile, Carlos Morla Lynch, consiguieron volver al amparo diplomático en la Embajada suramericana. 

Manuel Lorenzo Pardo

Por otro lado, Salvador Gil Vernet (1892-1987), en agosto 1936, fue destituido de su cátedra con otros compañeros de la Universidad por el Gobierno de la Generalitat de Cataluña: “Cuando al anochecer del 14 de agosto de 1936, desde el barco francés Cortes II, creí despedirme para siempre de mi país, experimenté hasta entonces emociones desconocidas. Súbitamente había perdido todo lo que puede perder un hombre, menos el honor y la vida; y ésta la había salvado gracias a la caridad de los representantes de Nicaragua y Francia”. Más tarde tomó el camino del exilio y primero fijó su residencia en Toulouse (Francia) y después en Italia. En 1939 volvió a Barcelona y se reincorporó a su cátedra de Anatomía, a la que pertenecía desde 1928 y donde impartía la asignatura de Enfermedades de las Vías Urinarias.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario