Los hombres de la Ilustración son firmes partidarios de la capacidad transformadora de la educación y, en este sentido, la labor de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) tiene una importancia capital y sus aportaciones son extremadamente lúcidas. El sugerente título de su discurso Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencia (1794) es un ejemplo espléndido del impulso didáctico-pedagógico intentado por el asturiano. En él recomienda que los hombres de ciencia tengan una formación humanística.