Hasta
bien entrado el siglo XX la comarca cacereña de Las Hurdes era un territorio de
tránsito difícil. Parece como si los gobernantes españoles no hubieran mirado
con buenos ojos el bello territorio serrano. Lo cierto es que la población de
esa tierra extremeña era un auténtico manantial de mitos desde hacía muchos
siglos. Era una herida permanente en la historia de España, una zona en la que
la leyenda vislumbraba unos habitantes de degenerada raza.