Pocas
personas conocen y reconocen el importante trabajo que hacen los hombres de
ciencia. Algunos se burlan de las, para ellos, “raras” investigaciones que
realizan estos, porque sus neuronas no les permiten comprender que, muchas
veces, la ciencia hace descubrimientos que “parecen” sin importancia y que
después, el tiempo, consagra como un gran avance.
No
es infrecuente encontrar en las primeras páginas de libros científicos de los
siglos XVI y XVII elogios al autor, realizadas por importantes, y no tan
eminentes, personajes del mundo de la literatura. Las alabanzas suelen ser
escritas en verso y el soneto es utilizado frecuentemente. En relación con esto
quiero traer a cuento un ejemplo poco desconocido; ignorado porque a Liñán de
Riaza no le conocen ni los licenciados en Literatura española (hagan la prueba)
y al médico Pedro Torres...