La
Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales se creó en 1902 y finalizó su
discurrir como tal en 1918, en el que dio paso a la Sociedad Ibérica de
Ciencias Naturales. No obstante, no fue más que un cambio de denominación en la
estructura de la misma.
Preside
la Sociedad el año de su fundación, José Pardo Sastrón (1822-1909) y en el
primer número de su Boletín se
exponen los fines de la misma y los motivos que dan lugar a su creación; los
firma una personalidad polifacética: Juan Moneva y Puyol (1871-1951), que como
hombre del Derecho llegó a ser catedrático de Derecho canónico en la
Universidad de Zaragoza, pero que también era licenciado en Ciencias
Físico-Químicas; el texto en cuestión empezaba:
“De todos los estudios que
ocupan el entendimiento, es el de las Ciencias naturales el más mezquino en
resultados; antes se desarrollan en la Sociedad los otros órdenes de la cultura
que no éste”. Y con un lenguaje muy característico: “Aragón, que no se dejó
invadir por las armas injustas de los musulmanes ni de franceses, tampoco
quiere dar lugar a que nadie de fuera tenga que venir a estudiar lo que hay
dentro de su territorio, porque los nativos y residentes en él no sepan cumplir
este misión”. Ya que “Especialidad y conexión son dos cualidades esenciales a
toda buena investigación científica; nosotros practicamos la primera (...)
Somos centinelas de nuestra Ciencia en Aragón; el buen orden requiere que no
pensemos sino en desempeñar nuestro servicio; pero éste no ha de ser una obra
aislada, sino conexa con la de todo ejército de estudiosos, y hecha al servicio
de Dios, de la Humanidad y de la Patria”. Y es que el lema de la Sociedad era una frase
latina: “Scientia, Patria, Fides”. En los estatutos constaba la
prohibición de discutir “de política o de religión, ni menos atacar la doctrina
católica” [1902, I, 1, p. 7].
La
primera junta directiva de la Sociedad (1902) ¨estaba formada por
personalidades influyentes en la Zaragoza de la época: Presidente: José Pardo
Sastrón; Vicepresidente: Ricardo J. Górriz; Secretario: Graciano Silván;
Vicesecretario: José Mª Azara; Bibliotecario: José Ríus y Casas; Conservador:
Longinos Navás; Tesorero: Valero Gasca; Consejeros: Juan Moneva y los ya
citados Silván y Navás.
José
Pardo Sastrón y Ricardo José Górriz y Muñoz eran licenciados en Farmacia,
Graciano Silván, Ríus y Casas y Juan Moneva y Puyol eran catedráticos en la Universidad de
Zaragoza, y Longinos Navás era jesuita y docente en el Colegio del Salvador de
la capital aragonesa.
Los
restantes presidentes fueron: Bernardo Zapater (1903), presbítero sin
titulación científica; Manuel Díaz de Arcaya (1904) ejercía como catedrático de
Historia Natural y director del Instituto General y Técnico de Zaragoza y era
Doctor en Ciencias Naturales; Ricardo José Górriz y Muñoz (1905), farmacéutico;
José Juan Solano y Eulate (1906), Enrique Iranzo (1907), Joaquín González
Hidalgo (1908) y Graciano Silván (1909), catedráticos de Universidad; Patricio
W. Stuart Menteath (1910), ingeniero de minas; Pedro Ferrando y Mas (1911),
también catedrático universitario; José María de la Fuente Morales (1912),
conocido como el “cura de los bichos”, carecía de formación científica
académica; Florentino Azpeitia (1913), catedrático de la Escuela de Minas;
Baltasar Merino (1914), jesuita; Pedro Palacios (1915), ingeniero de minas;
Juan Cadevall (1916), profesor de la Escuela Industrial de Tarrasa, licenciado
en Ciencias Exactas (1869) y licenciado y doctor en Ciencias Naturales; Pedro
Aramburu y Altuna (1917), doctor en Medicina; y Luis Mariano Vidal y Carreras
(1918), ingeniero de minas.
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