Era el 15 de mayo de 1918, Madrid celebra las fiestas de su santo patrono, San Isidro, y no parece que la primavera se encuentre tan avanzada. Los madrileños tosen mucho, estornudan… vamos que la primera impresión es que estamos en invierno. Y es que los habitantes de la villa y corte están resfriados, son muchos los que tienen influenza, gripe o trancazo, que de estas formas, y algunas más, se denomina su dolencia.
Era el primer impacto de una pandemia de gripe que iba a tener tres brotes: el primero había empezado a mediados de mayo de 1918 y finalizaría con los primeros calores de julio; el segundo sucedió desde los primeros días de septiembre hasta poco antes de la Navidad de ese año; el tercer y último brote comenzó a mediados de febrero de 1919 hasta las nuevas fiestas de San Isidro.
En la página 10 del diario ABC, de 28 de mayo de 1918, se leían cosas como: “A la llamada enfermedad de moda siguió consagrada la atención y mejor pudiera decirse la preocupación pública. Para orientar a la gente se publicaron algunas notas oficiosas, pero unas por sobradamente técnicas, y otras por poco concretas, es el caso que no suenan a cadencia de las que el vulgo, como quien dice la inmensa mayoría de los ciudadanos, retiene en la memoria con la misma facilidad que la canción del capitán Leonello o la serenata del soldado de Nápoles”. Así es que la prensa no se tomaba la situación demasiado en serio y parece que la gente se sabía de memoria mejor algunos pasajes de La Canción del olvido —que se había estrenado con mucho éxito en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en marzo de ese mismo año (en Valencia lo hizo en 1916)—, que las normas que daba la administración política.
Pero la situación a finales de mayo empieza a ser alarmante ya que las inhumaciones en los cementerios de la capital duplican las de otros años. El 29 de junio Martín Salazar, director del Departamento de Salud, informaba —en un discurso muy propio de la época—, ante la Real Academia de Medicina, que “la Sanidad es una guerra, tiene todos los caracteres y las funciones de ésta, se necesitan soldados, armamentos, jefes y oficiales que manden, elementos todos de que se carece en gran parte. Se dispone de una organización sanitaria administrativa, una organización burocrática de papel de oficio, de balduque, de expedientes delatores la mayor parte de las veces; pero organización activa de laboratorios, institutos, personal idóneo, que es la base de la profilaxis biológica, esa no existe en España. No se cuenta con más esperanza que una Ley de Profilaxis Pública…” Además, decía que no poseía información alguna de que algo parecido estuviera sucediendo en el resto de Europa. Así, nuestro país era el primero del mundo en informar de la epidemia de gripe y se pensó que era de origen español: era la “gripe española”. Pero también se la denominó “muerte púrpura”, nombre debido al tono azul-negruzco que tenían las víctimas como consecuencia de la cianosis (en las autopsias mostraban los alveolos pulmonares llenos de líquido).
Pero el foco de la enfermedad no se produce en España. Hay países en los que antes que en el nuestro la epidemia está produciendo muchas muertes. En Europa no había noticias porque las de este tipo podían desmoralizar, aún más, a la población. Y es que la principal causa de muerte en el resto del continente era la I Guerra Mundial.
Probablemente, la primera noticia de la gripe es del 11 de marzo de 1918, donde se informa del primer caso en un campamento del ejército americano; en el Fuerte Riley (en los Estados Unidos), el soldado Albert Gitchell manifestó unos signos que parecían de gripe; esa noche se registraron 107 casos similares en el campamento y al finalizar la semana 522.
Después, los movimientos de las tropas motivados por la I Guerra Mundial facilitaron la difusión de la pandemia. En el mundo, en poco más de un año fallecieron a causa de la gripe entre 40 y 50 millones de personas.
Limitándonos a España hay que resaltar que en junio de 1918 se produce, al menos en Madrid, el mayor número de muertes por la epidemia (202), decrece en verano, repunta en octubre (201) y empezar a disminuir definitivamente desde marzo (236 fallecimientos) de 1919. La epidemia en Barcelona es peor, en menos de un mes (octubre) mueren e causa de la gripe más de 5000 personas; en Pamplona, en las fiestas del 7 de julio de 1918, se oculta la epidemia y el alcalde la ciudad y el gobernador ¡mandan callar a los facultativos!; se aplazan las aperturas del curso en diversos centros de enseñanza en diferentes poblaciones españolas; se suspende el I Congreso Nacional de Medicina; se paralizan las oposiciones a médicos de la Beneficencia; la gripe afecta al Rey…
fuente: wikipedia |
En diciembre d 1918 mueren de gripe en España alrededor de 40.000 personas y se llega a escribir en la prensa que “la epidemia ha tenido carácter benigno”, cuando la morbilidad afectó a unos ocho millones de personas y la mortalidad fue superior a los 160.000 fallecimientos, de los que por encima de 21.000 no habían cumplido los cinco años y más de 60.000 tenían entre 20 y 30 años.
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