Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

28 junio, 2016

Un excelente divulgador: Emilio Huelín

Emilio Juliano María Huelín Newmann nació en 1829 en Málaga y falleció en 1904 en Madrid. Fue una figura sobresaliente, pero en la actualidad totalmente olvidada, de la divulgación científica española del siglo XIX. Sus padres eran Matías Huelín Mandly y Enriqueta Newman y Grevignèe, una de las sobrinas de la emperatriz Eugenia de Montijo. 

Su acomodada familia le permitió estudiar fuera de España. Así, comenzó sus estudios de ingeniería de minas en un centro de referencia internacional donde recalaba alumnado de toda Europa: la Real Academia Freibergense. Nunca ejerció como ingeniero, ni trabajó en el mundo académico, pero su interés por la ciencia le llevó a formar parte de sociedades científicas o culturales europeas: la Sociedad Geológica alemana, de la de Francia, Real Academia Freibergense, Ateneo de Madrid, etc. Cuando regresó a España, en 1864-65 se matriculó de varias asignaturas en la Facultad de Filosofía y Letras, aunque antes, en 1859, en Madrid, empezó a trabajar en la Administración.
Huelín fue un personaje católico, conservador y de notables conocimientos científicos y técnicos por un lado y lingüísticos (conocía el inglés, francés y alemán) por el otro, que realizó colaboraciones como divulgador (vulgarizador o popularizador) científico en publicaciones como el Boletín-Revista de la Universidad de Madrid, la Revista Minera, El Imparcial, La Ilustración Española y Americana, etc. El malagueño, tal y como escribiría en 1877, deseaba difundir la ciencia “porque libros populares buenos, exactos y fidedignos sobre las materias aludidas [las científicas] son de eminentísima utilidad para el progreso científico” y tenía muy claro, que en la España en que vivió, había que aficionar a la gente a las ciencias “pues el ignorarlas rebaja a los pueblos a una vida puramente material y los conduce hasta el más profundo estado de rudeza y barbarie, mientras que el conocerlas desenvuelve y enaltece la parte espiritual y sublime de la humana inteligencia, enseñándola a estudiar las maravillosas obras de Dios, a interpretar las leyes del universo y a descifrar misterios de la creación”.
Huelín fue una persona que se mantenía bien informado para escribir sus trabajos de divulgación. Además de revistas científicas, recibía memorias de las sociedades científicas europeas: de las Academias de Ciencias de París, Londres, Copenhague, Viena, etc.
De la puesta al día de sus noticias científicas es prueba el artículo, por citar alguno, que aparece en 1873 en la Revista Universal: “Nuevas doctrinas e investigaciones sobre las especies del reino mineral”; en él informa de las técnicas de microscopía aplicadas a la petrografía y extracta el libro de Ferdinan Zirkel que había sido publicado ese año: Die mikroskopische Beschaffenheit der Mineralien und Gesteine. 

En 1872 aparece el Cronicón científico popular — muy semejante al Année Scientifique et industrielle de Louis Figuier Louis (1819-1894), que se publicaba con gran éxito desde 1857—, con los textos que había escrito Huelín en la sección científica de La Ilustración Española y Americana durante el bienio 1870-72. En 1877 ve la luz una segunda edición corregida y aumentada con nuevos artículos publicados más tarde. El título completo de este Cronicón nos da una idea perfecta de su contenido: Cronicón científico popular. Revista y repertorio para todos, de nuevos trabajos, descubrimientos e inventos científicos e industriales notables que ofrecen perpetuo y universal interés por su importancia. Historia de las ciencias e industrias coetáneas y de sus últimos progresos. De este extenso título deseo resaltar que el afán de vulgarización de la obra de Huelín se expresa en la frase: Revista y repertorio para todos.
Emilio Huelín escribía que intentaba “dar cuenta sumariamente de alguna pequeña parte del movimiento científico moderno” y por ello trataba casi todas las materias científicas y técnicas “procurando emplear siempre un lenguaje claro y sencillo, a los alcances de todos, y tocar únicamente materias en sumo grado prácticas y que puedan tener algún interés hasta para el lector desprovisto de conocimientos especiales y técnicos”. 
Desgraciadamente, entonces y hoy, faltan muchos huelines que acerquen la ciencia a la gente porque, paradójicamente, vivimos en una época donde la palabra ciencia aparece por doquier y sin embargo, proliferan las pseudociencias hasta en los ambientes académicos.

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