Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

23 octubre, 2025

Un gran mecenas de la ciencia

 

Cayo o Gayo Mecenas (c. 70-8 a. C.) fue un noble romano, consejero político de Augusto, protector de las letras y de los literatos. Esta faceta de su vida ha hecho que la palabra mecenas sea asignada a la persona que de una forma desinteresada fomenta y patrocina las letras y las artes. La ciencia no figura en la definición del Diccionario de la RAE, quizá porque ha habido pocas personas que han fomentado y patrocinado la actividad científica. Curiosamente, el Diccionario considera, sin embargo, el mecenazgo como la “protección y ayuda dispensadas a una actividad cultural, artística o científica”.

La promoción generosa de la tarea intelectual realizada por otras personas hace que el mecenas confíe en su favorecido y así pueda realizar, de manera autónoma, lo que crea conveniente con su trabajo intelectual. A mi juicio, el mecenazgo tiene la ventaja de impulsar planes de investigación que, en numerosas ocasiones, la burocracia impide realizar.

En España está aumentando en los últimos años el número de fundaciones de carácter personal, familiar o corporativo para impulsar la investigación y la innovación. Pero también hay otro mecenazgo que ha aparecido muy recientemente, el de las contribuciones individuales para una faceta cultural (el micromecenazgo o crowdfunding). 

La creación de la Reserva Biológica de Doñana fue el resultado de un mecenazgo internacional de los creadores del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Fundación Ramón Areces, instituida ésta por el fundador de El Corte Inglés en 1976. Por otra parte, la Fundación Cellex, del químico y empresario Pere Mir (1919-2017), es otro ejemplo de mecenazgo utilizado por un español para impulsar la ciencia realizada en nuestro país o por nuestros compatriotas; Mir fue un hombre, desconocido para el gran público, que donó desde su fundación muchos millones de euros a diferentes centros científicos. 

Gregorio del Amo

En nuestra historia ha habido un mecenas muy poco conocido como Gregorio del Amo González (1858-1941), un hombre nacido en la localidad cántabra de Santoña. Estudió Medicina en la Universidad Central y después de doctorarse se estableció en Montevideo, donde ejerció su profesión durante cuatro años. Posteriormente marchó a México y en la capital abrió una consulta especialmente dedicada a la comunidad española. Finalmente se estableció en 1887 en la ciudad de Los Ángeles, en California.

Aquí se casó con María Susana Delfina Domínguez, de 46 años, quinta hija de Manuel Antonio Domínguez, alcalde de Los Ángeles y dueño del Rancho San Pedro, una hacienda de treinta mil hectáreas que había sido concedida por el rey Carlos III al antecesor de Domínguez. El matrimonio no tuvo hijos biológicos pero después de veinte años adoptaron dos niños españoles, Carlos y Jaime, que continuaron con la labor que realizó su padre cuando murió. Con el tiempo, después del fallecimiento de la madre y cuando los hijos  eran mayores, se supo que los dos hijos adoptivos lo eran de Gregorio del Amo y de su amante sevillana  Regina Rojas, a la que veía muy de vez en cuando en sus viajes ocasionales a España. 

Palacio del Amo en Suances

A partir de 1906 abandonó la práctica de la medicina y, una vez instalado en Los Ángeles, Gregorio del Amo ocupó el tiempo en la administración de sus propiedades en España y en el Rancho San Pedro. Además de los arrendamientos, fundó el Vivero de Plantas Rancho San Pedro, con los que surtía plantas a clientes internacionales. Además de negocio, el Vivero fue fundación ecológica, centro de investigación y uno de los jardines botánicos más importantes del Estado de California. 

El matrimonio del Amo promovió la primera reunión de aviación en California, celebrada en su finca en 1910, con una duración de diez días y la asistencia de miles de personas, entre las que estaba William Boeing (1881-1956), pionero de la aviación y fundador de la compañía de su nombre.

 Además, la riqueza de la familia se incrementó considerablemente al descubrirse petróleo en su predio: trescientos cincuenta pozos que fueron explotados hasta 1953 por la Chanslor-Canfield Midway Oil Company.

En 1926, con sede en Los Ángeles, creó la Del Amo Estate Company, que reunió todos los intereses económicos del matrimonio Del Amo. Asimismo, fue un espléndido medio para impulsar las actividades filantrópicas, a favor del arte, la educación y la ciencia, de la importante Del Amo Foundation (tenía una participación en acciones de la Estate Company).

La Fundación fue responsable de la construcción en 1927 del Domínguez Memorial Seminary, un centro de formación para padres claretianos, que se transformó primero en  Secondary School y más tarde en Universidad dirigida por los mismos religiosos.

En esos años creó en Los Ángeles un centro para los españoles, fundó la Escuela Susana del Amo, en Suances (Cantabria), hizo donaciones para la reconstrucción de The Plaza Church en Los Ángeles y para el Obispado de la misma ciudad. El mecenazgo también benefició a la madrileña Universidad Central, la Universidad de California y la Universidad del Sur de California. También creó subvenciones y becas para favorecer las relaciones culturales entre España y el Estado de California, de manera que estableció un Educational Trust cuya Junta Consultiva la formaban los rectores de las tres universidades citadas y altos ejecutivos de la Del Amo State Company.

Al iniciarse el siglo XX Alfonso XIII había donado el terreno de la finca de la Moncloa, en Madrid, para crear el nuevo Campus de la Universidad Central. La primera obra fue la Casa Internacional de Estudiantes de la Fundación Del Amo, que se concibió como residencia de estudiantes hispanoamericanos; abrió sus puertas el 12 de octubre de 1930 y llegó a funcionar hasta el inicio de la Guerra Civil pero al estar en pleno frente de batalla quedó destruida. Asimismo La Fundación Del Amo también estableció unas prestigiosas becas para profesores españoles y californianos que quisieran realizar investigaciones, en California o en España respectivamente, de química, biología, ingeniería, teatro, arte, etc. La Fundación creó también, en 1929, en California, un laboratorio de Química y Genética, al que se denominó La Cabaña, que estaba relacionado con la Universidad de California-Los Angeles (UCLA).

Muchos años después, en 1964, la Fundación decidió la construcción en Madrid, gracias al impulso que le dio su hijo Jaime, de un Colegio Mayor con el nombre del fundador, pero al fallecer aquél en 1966, recibió el nombre de Jaime del Amo, que aún perdura. 

Colegio Mayor Jaime del Amo

La Fundación se disolvió en 1979 y su patrimonio fue repartido a partes iguales entre la Universidad Complutense por un lado y las dos universidades californianas por el otro. Sin embargo, en la actualidad, con los fondos adquiridos, continúa becándose a estudiantes y profesores que deseen incrementar las relaciones entre España y California.

Años antes, en 1941, había fallecido en Los Ángeles (EE.UU.)  Gregorio del Amo.

 


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