Son muy pocos los españoles conocedores de que, en los primeros años del siglo XIX, se instaló en nuestro país un joven profesor suizo que tuvo una importancia fundamental como docente y divulgador de los saberes científicos: Juan Mieg.
Son muy pocos los españoles conocedores de que, en los primeros años del siglo XIX, se instaló en nuestro país un joven profesor suizo que tuvo una importancia fundamental como docente y divulgador de los saberes científicos: Juan Mieg.
Desde octubre de 1848 había en la península ibérica un trayecto ferroviario que conectaba Barcelona y Mataró y que fue promovido por el industrial de esta última localidad, Miguel Biada Bunyol (1789-1848).
En las edades Antigua y Media la medicina imperante en Europa se basaba en Galeno (130-200). Durante casi mil quinientos años, el sistema científico del médico de Pérgamo se mantuvo vigente, dogmático e indiscutido y, a pesar de las nuevas corrientes científicas que le afectaron, en el siglo XVII seguía siendo considerado en gran estima por los profesionales.
Los
años que marcan el declinar del siglo XV son, sin lugar a dudas, años
trascendentales en el desarrollo histórico de la humanidad: los nuevos
territorios descubiertos por
Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960) dedicó buena parte de su tiempo al estudio de la historia; él, que era un médico excepcional, que tuvo fama, consideración y respeto ganados a pulso en el ejercicio de su profesión, se lanzó a la investigación histórica porque tenía que desarrollar su “segunda vocación”. Nos lo explica en uno de los siete ensayos que forman su libro La medicina y nuestro tiempo (1954).
Santiago Ramón y Cajal fue un hombre de su tiempo y, contrariamente a los modelos que se crean del hombre de ciencia, una persona ocupada y preocupada por los sucesos de su época, en muchos de los cuales se implicó durante toda su vida. Cajal no es el sabio ajeno a su mundo, no es un hombre aislado de la sociedad en la que vive.
Pedro Juan de Lastanosa nació en 1527 en Monzón (Huesca) en el seno de una familia muy numerosa: era el pequeño de veintiún hermanos. Una familia que marchó de ese municipio a Huesca porque no pudieron sufrir la presión de sus vecinos que los acusaban de conversos.
En la actualidad, los conocimientos científicos de alto nivel se difunden mediante revistas especializadas, en el Renacimiento el libro era el principal medio de transmisión delos saberes científicos y, en algunos casos, el manuscrito.
La lepra es, probablemente, la más estigmatizada de todas las enfermedades. La historia de un leproso suele tener asociada muchos miedos que han sido generados, desde siempre, por la cultura humana.
Nació Manuel Fernández de Castro en Madrid en 1825, hijo de padre portorriqueño y madre madrileña. Sus primeros años los vivió en Santiago de Cuba, donde su padre estaba de intendente.
No es infrecuente atribuir la invención del telescopio a alguna persona en concreto. Hans Lippershey (1570-1619), un fabricante de lentes nacido en Wesel (Alemania) es una de ellas. De él sabemos que es el creador de la patente más antigua, de la que tenemos conocimiento, sobre este instrumento astronómico.
No hay ninguna duda de que en un territorio recién descubierto había que crear obras públicas con objeto de favorecer, primeramente las comunicaciones, pero también el crecimiento económico, la salud pública y la defensa. Para ello se necesitaban técnicos que hoy denominaríamos ingenieros.
Al acercarnos a los textos que tratan de asuntos científicos de hace más de cuatrocientos años tenemos que hacerlo cambiando nuestra mentalidad de una manera extraordinaria. Las obras de hoy no guardan ningún parangón, ni en cantidad ni en calidad, con los textos científicos de los siglos XVI y XVII. En nuestro siglo, la ciencia tiene unas maneras de difundir sus conocimientos que no tienen parecido alguno con el de las centurias citadas, nuestra ciencia no tiene adornos.
Parece que fue el explorador griego Piteas (s. IV aC.) el primero que informó del hecho de que Iberia es una península. Después, Polibio (s. II a.C.), Estrabón (s. I a.C.- s. I d.C.), y otros autores clásicos aportaron más información sobre nuestra península ampliando las noticias que había dado Piteas. Sin embargo, la importancia de la obra de Ptolomeo supera a la de los autores citados.
José Luis Casaseca y Silván nació en Salamanca en 1800 en el seno de una familia que colaboró con José Bonaparte, por lo que marchó a París en 1813. Aquí hizo los estudios medios en el Colegio Henri IV y, después, cursó estudios científicos, principalmente en el ámbito de la química.
La cosmografía siempre fue considerada desde antiguo uno de los saberes que formaban parte de una educación excelente. Un sabio debía conocer los pormenores del Cielo y la Tierra, para lo que tenían que acercarse a saberes muy diversos que iban desde los astronómicos a los matemáticos, incluyendo también los conocimientos geográficos y de otra índole.
En la España de finales del siglo XIX se atisban nuevas formas de acercarse a la naturaleza que empiezan a dejar huella en las primeras décadas del siguiente siglo. Había algunos grupos de intelectuales, principalmente en el ámbito científico, aunque también entre aficionados a la naturaleza, que muestran un interés muy espacial por ella.
En el siglo XVIII, en Chocó y Barbacoas, en el Virreinato de Nueva Granada (actual Colombia), había unas importantes minas de oro que tenían un inconveniente: adheridas al codiciado metal se encontraba otro desconocido que era muy difícil de separar, el platino.
Jerónimo de Ayanz y Beaumont forma parte de ese amplísimo grupo de españoles que son desconocidos por la mayoría de nuestros compatriotas. Un hombre extraordinariamente polifacético que además de ingeniero era científico, pintor, cantante, compositor y, además, un magnífico inventor que registró patentes, entonces conocidas como privilegios de invención. Así, en una Cédula Real, de 1 de septiembre de 1606, firmada por Felipe III, se da a Jerónimo de Ayanz privilegio para disfrutar del derecho exclusivo de hasta cincuenta invenciones.
El día 5 de marzo de 1831 nacía en la ciudad de Cartagena
Marcos Jiménez de la Espada, el más eminente de los integrantes de
El día 24 de enero de 1809 nacía en la localidad riojana de
Tricio, Mariano de la Paz Graells Agüera, considerado por muchos el último
científico cortesano español.
Después de obtener el título de Bachiller (1827), expedido por el Real Colegio de Medina y Cirugía de Barcelona recibe el diploma de médico-cirujano (1833), el de licenciado (1834) y el de doctor (1835). Aunque su verdadera vocación no se encontraba en la medicina, ejerció esta profesión durante algunos años en Barcelona, como médico director interino de los baños de La Puda, en Esparraguera, y sus biógrafos dicen que tuvo un comportamiento heroico durante la epidemia de cólera que afectó a la capital catalana en 1835.
En 1877 nacía en la localidad alemana de Ratisbona Hugo Obermaier Grad, uno de los más importantes paleoantropólogos de la primera mitad del siglo XX.
En 1499, o quizá en el año 1500, nacía en el pueblo leonés de Sahagún de Campos el que fuera un excepcional humanista del Renacimiento y el primer investigador de la cultura de los indios mexicanos: Bernardino de Sahagún.
El pintor valenciano Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923) fue un artista muy prolífico que desde 1889 se instaló en Madrid y que destacó como retratista. Con sus pinceles plasmó a lo más importante de la cultura española de su tiempo: más de 700 retratos. Pintó al rey Alfonso XIII, al novelista Benito Pérez Galdós, al poeta Antonio Machado, al político Emilio Castelar... y a un buen número de científicos.
El “descubrimiento” del tomate por los europeos fue realizado con la conquista de México-Tenochtitlan por los hombres de Hernán Cortés, pues los naturales lo consumían en su dieta. Evidentemente, un fruto tan nuevo para los españoles llamó su atención y muy pronto se habló de él.
El día 1 de febrero de 1758 nacía en la población tinerfeña de Puerto de la Orotava (hoy Puerto de la Cruz) y Molina, científico e ingeniero civil y uno de los científicos europeos más influyentes de su época.
Nicolás Bautista Monardes fue un médico sevillano nacido alrededor del año 1493. Era hijo de un librero de origen genovés (Niculosu de Monardis) y de Ana de Alfaro, quizás hija del médico Martín de Alfaro. En la Universidad Complutense, en 1533, obtuvo el título de Bachiller en Medicina.
¿Se imaginan a un hombre del mundo de las letras citando con precisión y haciendo comentarios de la labor que hacen los hombres de ciencia? La estúpida separación educativa en ciencias y letras —que desde hace años es más mema aún ya que divide las ciencias y las letras en compartimentos más pequeños—, impide que cualquier estudiante del ámbito científico tenga unos mínimos conocimientos de literatura española y hace que uno de letras tenga problemas para diferenciar la retina del cristalino.
El gallego Ramón Silvestre Verea de Aguiar y García, o simplemente Ramón Verea, es una personalidad desconocida en el panorama cultural español. Nació en 1833 en la localidad pontevedresa de La Estrada, en la aldea de San Miguel de Curantes.