Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

29 marzo, 2012

Juan Carandell: paisaje y literatura


Juan Carandell y Pericay (1893-1937) fue uno de los científicos más polifacéticos de su tiempo. Licenciado y doctorado en Ciencias Naturales ejerció como docente de Bachillerato en varios Institutos cordobeses.
Quizá, una de las facetas más interesantes de Juan Carandell es la de considerar los aspectos científicos del paisaje. Considera la necesidad de crear “un archivo de paisaje”, porque según su concepción:
“Un pueblo culto debe conocer su propio país. El quantum de civilización de un pueblo viene representado por el cuidado con que está reconocido su territorio. Conócete a ti mismo es un aforismo tan aplicable a una nación como a un hombre”.

La personalidad culturalmente integral del gerundense, de esa cultura que no disgrega los conocimientos científicos de los de otras áreas, le lleva a considerar la relación entre paisaje y literatura, con especial mención a la obra de Juan Valera y Azorín sobre los paisajes cordobeses. Y así, en su discurso de recepción en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, el 30 de abril de 1930, hace referencia a los hombres de letras que son “descritores” del paisaje: Verdaguer, Valera, Blasco Ibáñez, Azorín y Miró.
Por su parte, Azorín terminaba un artículo de prensa de 1930, criticando el excesivo rigor científico de la nueva geografía y echaba de menos las obras de diversos geógrafos, entre los que recordaba a Carandell:
“En la misma mesa en que escribo tengo una de estas geografías de España, geografía científica, perfectamente científica, que me produce horror. ¡Lo que ha llegado a ser la pobre España! Números y fórmulas; no la conoce nadie. Volvamos un poco a lo antiguo; todavía quedan geógrafos que no son enemigos de la Naturaleza; ahí están un Dantín Cereceda, un Carandell, un Echevarría, un Blázquez. Pero, ¡qué raros son estos geógrafos! Tengamos para ellos un saludo de respeto y de gratitud. Y tratemos de conciliar la vieja geografía con las exactitudes y precisiones de la ciencia”.
Finalmente, cuando fallece el novelista valenciano Vicente Blasco Ibáñez, Carandell homenajea al espléndido autor de La barraca, de una forma en la que demuestra su amor a la cultura. Así, en la edición andaluza del ABC, en la noticia “Del traslado de los restos de Blasco Ibáñez” y debajo del epígrafe “Los estudiantes de Córdoba y Blasco Ibáñez” se puede leer un breve en el que se pueden resaltar algo que hoy podría escandalizar a ciertos autonomistas, a muchos logsianos y a bastantes docentes: un profesor catalán, de una disciplina diferente a la que imparte, ocupa el tiempo dedicado al conocimiento científico, con sus alumnos de los últimos cursos de Bachillerato, en elogiar la obra de un novelista como difusora del idioma de todos los españoles:
“El catedrático de Historia Natural de este Instituto, don Juan Carandell, ha querido que la clase que tiene a su cargo estuviese dedicada un día a honrar espiritualmente la memoria de Blasco Ibáñez, reuniendo a los alumnos del quinto y sexto año, a los que expuso la significación de su obra en cuanto difusora del idioma castellano.
El Sr. Carandell dio lectura a algunas páginas de la novela Mare Nostrum y El Papa del mar, novela a que también se refirió el Sr. Carandell, por estudiar los accidentes topográficos del litoral español”.

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