Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

20 marzo, 2012

Pujiula y el Laboratorio Biológico de Sarriá


La creación de museos de ciencias naturales y laboratorios dedicados a las ciencias experimentales en los centros docentes de la Compañía de Jesús fue una característica muy común a los colegios de jesuitas creados durante la Restauración alfonsina. En este contexto, los jesuitas españoles intentaron construir en Tortosa una agrupación de instituciones científicas en la que se harían estudios de astronomía, química y biología. Tortosa era, a fin de cuentas, capital de la “provincia” de la Compañía de Jesús en la que estaba incluida Cataluña. De acuerdo con ello, el jesuita Ricardo Cirera Salse (1864-1932) fundó, en 1904, en la cima de una de las colinas al Oeste de la población tarraconense de Tortosa, en Roquetas, el Observatorio del Ebro, con el que se quería estudiar la actividad solar en los fenómenos geofísicos.

Después, al finalizar el año 1905, se terminó de construir, en la base de la colina, el Laboratorio Químico del Ebro, creado por el jesuita Eduardo Vitoria Miralles (1864-1958). Antes de finalizar el verano de 1908 Jaime Pujiula Dilmé (1869-1958) se instaló en un local de unos cuarenta metros cuadrados al lado del edificio que se había construido en Roquetas. Esto era el germen de lo que en 1910 se convirtió en el Laboratorio Biológico del Ebro.
En 1916 los dos centros docentes de biología y química ubicados en la población tarraconense se trasladaron a Barcelona, al barrio de Sarriá, y tomaron el nombre de Instituto Biológico de Sarriá e Instituto Químico de Sarriá respectivamente.
Pujiula fue el responsable durante muchas décadas del Laboratorio Biológico de Sarriá. En la prensa de Barcelona se podía leer, al finalizar el año de 1916, una nota en la que se informaba de la actividad presente y de la que se iba a realizar en el futuro en el citado centro, que se ajustaba perfectamente a lo sucedido y a lo que iba a ocurrir:
“se propone proporcionar a los que por razón de su carrera o profesión o por otras causas se sienten llamados al estudio de la Biología, un medio fácil y cómodo de adquirir base sólida para los trabajos de investigación, principalmente microscópica y de ampliar sus conocimientos.
Los estudios serán siempre de carácter teórico-práctico y para facilitarlos se tiene el proyecto de ir publicando la obra, de Biología que lleva el título general de ‘Cursos teórico-prácticos de Biología’, de la cual ha visto ya la luz pública el ‘Curso teórico de Citología’, y está en prensa el ‘Curso práctico’, en cuya primera parte se explica la. ‘Técnica general’, indispensable al estudio microscópico”.
Se enseñaba citología general, histología animal y vegetal, embriología animal y botánica descriptiva inicialmente y, más tarde se haría lo mismo con la Bacteriología y con los grandes problemas generales de la biología. “Los cursos serán independientes el uno del otro, tomando cada alumno el que le plazca o necesite”. Además, el Laboratorio biológico admite a “personas suficientemente formadas (especialistas) para dedicarse a estudios de investigación personal, para los cuales se facilitarán medios y se les dará la conveniente dirección con tal de que el tema caiga dentro de las materias sobre que versan los cursos”.
Al morir Pujiula el Laboratorio Biológico de Sarriá será dirigido por los jesuitas Puiggròs y Pertusa, estudiosos de la microbiología y de la embriología respectivamente. Antes y después de nuestra Guerra Civil, numerosos médicos, naturalistas y químicos aprendieron en el Laboratorio Biológico de Sarriá técnicas citológicas e histológicas en una época en la que los laboratorios de la Universidad de Barcelona no podían ofrecer estos conocimientos. Por esto fue tan importante la labor que Pujiula realizó.

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