Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

13 marzo, 2012

Juan Dantín y la geografía


Juan Dantín Cereceda fue uno de los geógrafos más preclaros del siglo XX.  Nació en 1881 en Madrid, en cuya Universidad obtuvo en 1904 la licenciatura en Ciencias Naturales y en 1912 su doctorado con una tesis que versaba sobre la constitución e interpretación del relieve de la península Ibérica.
Una parte de su actividad intelectual estuvo orientada hacia la enseñanza. Así, obtuvo la cátedra de Agricultura y Técnica Agrícola e Industrial en el Instituto de Baeza en el año 1909, en 1910 pasó al de Albacete, en 1912 al de Guadalajara y en 1919 al Instituto Escuela, centro éste dependiente de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE). En 1922, con una nueva oposición, obtuvo la misma cátedra del madrileño Instituto de San Isidro.

Antes de obtener las cátedras, Juan Dantín ya era “agregado” a la sección de Geología y Mineralogía del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1911). En ella impartió algún curso colaborando con Eduardo Hernández Pacheco (1872-1965), a la sazón catedrático de Geología de la Universidad Central y director de la tesis doctoral que defendería en 1912. Un año antes, en el Museo, fue nombrado profesor Ayudante y se le encargó la dirección de las excavaciones paleontológicas del Terciario que se habían descubierto en el Cristo del Otero, en Palencia, y cuyos restos fósiles de rinocerontes serían estudiados por él durante su estancia en Lyon, pensionado por la JAE.
La tesis doctoral de Dantín, a la que me he referido, era una versión reducida de la que fue una de sus publicaciones científicas más importantes: Resumen fisiográfico de la Península Ibérica, que apareció en 1912 y que era una síntesis geológica y geográfica de nuestra Península y, para algunos, la mejor obra científica de su autor; fue reeditada en 1948. Es un trabajo moderno con criterios geológicos y geomorfológicos en los que apunta el concepto de región natural y los límites de la misma.
Desde mediados de los años veinte colaboró en el Centro de Estudios Históricos en la Sección de Filología que dirigía Ramón Menéndez Pidal y en la década siguiente participó en actividades de otra Sección, la de Estudios Hispanoamericanos, en la que mandaba Américo Castro y en la que realizó trabajos de cartografía sobre el descubrimiento del continente americano.
Después de la Guerra Civil colaboró en las actividades del Instituto Juan Sebastián Elcano, encargado de los asuntos geográficos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Fue amigo, y compañero en numerosas excursiones, de Pío Baroja y José Ortega y Gasset de forma que colaboró con artículos en la Revista de Occidente que fundara este último.  También escribió en el diario El Sol durante dos años (1918 y 1919); son más de un centenar de artículos y notas bibliográficas, sobre conceptos geográficos en general, regiones españolas, nacionalidades, cartografía, geología, expediciones científicas, manuales geográficos, meteorología, etc.
Dantín considera la región natural como una unidad basada en la geología y morfología del territorio, que se encuentra influida, con intensidades diferentes, por el relieve, el clima, la flora, la fauna y el hombre. Y, estos últimos, los seres vivos, en sus interrelaciones, manifiestan, más que el resto de factores, la fisionomía de la propia región natural. Incorpora a su geografía los “tipos de suelos”, distribuidos en función de las condiciones climáticas de cada región. Además de los numerosos trabajos que aparecieron en revistas geográficas, Dantín escribió, en 1916, Dry-Farming ibérico. Cultivo de las tierras de secano en las comarcas áridas de España, texto pionero en nuestro país a la hora de explicar estas técnicas orientadas a la realización de una serie de labores en el suelo con el fin de reducir la evaporación del agua del subsuelo.
Falleció en Madrid en 1943.

No hay comentarios:

Publicar un comentario