Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

02 abril, 2014

Eduardo Vitoria, químico y jesuita

En 1864 nacía en la localidad alicantina de Alcoy Eduardo Vitoria Miralles, pionero de los estudios de química orgánica en España.
En 1874 inicia el Bachillerato en Valencia, en el Colegio San José de los jesuitas. En 1881, finalizados los estudios medios, marcha a la Universidad Central de Madrid para estudiar Matemáticas, pero no se graduó porque deseaba hacerse jesuita. Así, en 1886 ingresa en el Noviciado que la Compañía tiene en Veruela. 

Después de realizar estudios en el mismo empieza, como alumno libre, la carrera en Ciencias Físico-Químicas en la Universidad de Barcelona, que finaliza en la de Valencia en 1896 con Premio Extraordinario y lo la peculiaridad de ser el primer estudiante en graduarse en la recién creada Facultad de Ciencias valenciana. Son años en los que simultanea la carrera con la docencia en el Colegio San José. Cuando completó sus estudios de Teología fue ordenado sacerdote.
Marcha después a la Universidad de Lovaina para realizar su tesis doctoral en Química Orgánica con el famoso Louis Henry (1834-1913). Su trabajo de investigación versó sobre la obtención del tricloropropanol-2 y fue defendido en 1904; obtuvo la  “Plus Grande Distinction”. Después realizó investigaciones de síntesis de otros compuestos orgánicos, desconocidos por entonces. 
Antes de volver a España visitó los laboratorios más importantes de Bélgica, Alemania y Francia y los conocimientos que allí adquirió fueron fundamentales para la tarea que iba a desempeñar en el Instituto Químico de Sarriá. En efecto, de regreso a España dirige los trabajos de edificación y acondicionamiento de lo que iba a ser el Laboratorio Químico del Ebro, que más tarde se transformó en el citado Instituto. 
De esos años es su obra más popular, Manual de Química moderna, teórica y experimental con sus aplicaciones al comercio y a la industria, que vio la luz en 1910 y de la que se llegaron a publicar más de cien mil ejemplares en nada menos que 14 ediciones. El año siguiente aparece Catálisis química, sus teorías y aplicaciones en el laboratorio y en la industria, el primer texto en castellano sobre el tema, de desarrollo muy incipiente en el momento de aparecer el libro.
Lo más significativo de la labor de Vitoria es su forma de concebir la enseñanza de la química, una manera auténticamente revolucionaria y sin paralelo en la España de esa y otras épocas. Y es que entendía que el alumnado debía de utilizar el laboratorio como la forma fundamental del aprendizaje de esa disciplina: creó un plan de estudios en el que diariamente se impartía una clase magistral y ¡7 horas! de trabajo experimental en el laboratorio. Con este fin escribió y publicó en 1912 una obra que ha sido punto de referencia: Prácticas Químicas para cátedras y laboratorios.
En noviembre de 1915, en Valencia, imparte conferencias de divulgación científica. En 1921 funda la revista Afinidad, la más antigua revista de química en lengua española  y en 1927 aparece el más importante de sus libros: La Química del Carbono, teórica y práctica con vistas muy especiales a la síntesis en el laboratorio y en la industria. 
En 1928 fue nombrado Presidente de la Sección de Ciencias Fisicoquímicas del Congreso de la Asociación Española para el progreso de las Ciencias que tuvo lugar en Barcelona.
Recibió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1946) y la Medalla de Oro del Mérito en el Trabajo (1955).
Eduardo Vitoria falleció en Barcelona en 1958.

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