Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

03 marzo, 2013

La polémica de la ciencia española hoy


Al pueblo español le han gustado siempre las banderías, partidarios de una teoría se han enfrentado, a veces violentamente, con los opuestos a la misma, defensores de un criterio se han enzarzado con los seguidores de la doctrina contraria. Aunque es cierto que de la discusión y del debate sale la luz, a veces lo que aflora es el amor propio y, en este caso, el resultado de la controversia es estéril porque se justifica una afirmación sin los conocimientos adecuados. Algo de esto ocurrió en la famosa "polémica de la ciencia española” que ocupó buena parte de los ambientes culturales y científicos de la España del siglo XIX.

Desde hace muchos años la polémica de la ciencia española está ampliamente superada, y esto no lo han logrado los debates ni las discusiones agrias, propios de otras épocas, sino los trabajos de calidad realizados por científicos que han ido consiguiendo, poco a poco, un gran prestigio, nacional e internacional, en la historiografía de la ciencia.
Desde el último tercio del siglo XX, a pesar del escaso o nulo apoyo institucional, han visto la luz numerosos trabajos de gran categoría científica en el ámbito de la historia de la ciencia: la labor continuada de la cátedra que en la Universidad de Salamanca dirigió Luis Sánchez Granjel, discípulo que fue de Pedro Laín Entralgo, y que tuvo como resultado unas estupendas aportaciones a la historia de la medicina española; las magníficas obras de consulta del grupo de investigadores que dirigió el, probablemente, más importante de los historiadores de la ciencia que en España han sido, el profesor José María López Piñero; los trabajos sobre historia de la física de Víctor Navarro y José Manuel Sánchez Ron; los de historia de la química de Eugenio Portela; de historia de la biología de Luis Alfredo Baratas; los estudios de historia de las matemáticas de Mariano Hormigón; las investigaciones de historia de la botánica de Puig Samper; las de historia de la ecología de Santos Casado de Otaola; los trabajos de historia de la farmacia de Francisco Javier Puerto; historia de la ciencia aplicada de Nicolás García Tapia y tantos y tantos investigadores que han contribuido (desgraciadamente algunos de los citados han fallecido en plena madurez intelectual) y están contribuyendo a sacar a la luz las aportaciones de los científicos españoles de los siglos pretéritos.
A esto habría que añadir la labor de difusión de los conocimientos de la ciencia realizada por las dos revistas de la especialidad que se publican en España: Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, que edita el Consejo Superior de Investigaciones Científicas; y Llull, Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, que se publica gracias a las aportaciones de los socios de esa sociedad y de las subvenciones universitarias.

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