Bartolomé Robert Yarzábal fue un personaje muy peculiar que hizo interesantes aportaciones a la ciencia y que desbarró al querer ser un nacionalista sobrevenido.
Nació en Tampico (México) en 1842 de padre mexicano, Francisco Robert, que también había nacido allende el Atlántico, en Campeche. Su madre era vasca, de Pasajes. Su padre ejercía de médico en esa localidad mejicana y su abuelo, Bartolomé Robert i Girona, era originario de Sitges y también era galeno.
Realizó sus estudios preuniversitarios en Sitges y en el Instituto de Barcelona y, siguiendo la orientación familiar, estudió Medicina en la Universidad de Barcelona, licenciándose en 1864 y doctorándose, tres años después, en la Universidad Central de Madrid. Poco después traduce, en colaboración con Giné y Partagás (1836-1903), la Patología Celular (1868) del considerado padre de la patología moderna, Rudolf Virchow (1821-1902).
Dos años más tarde consigue por oposición una plaza de Médico Mayor del Hospital de la Santa Cruz de Barcelona y, en 1875, obtiene la cátedra de Patología Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.
Publicó numerosos artículos sobre patología, psiquiatría y antropología en revistas científicas españolas y en 1899 aparece el que es, probablemente, el primer libro español sobre patología digestiva: Enfermedades del Aparato Digestivo, que es el resultado de su experiencia clínica.
Lo que está claro es que Robert fue un buen clínico que tuvo una gran popularidad en la Barcelona de fin de siglo, gracias a la cual ocupó numerosos cargos, entre los cuales está la alcaldía de Barcelona (1899). Fue elegido diputado a Cortes en 1901 en representación de la Liga Regionalista, de la que era su presidente. En 1902 murió repentinamente durante una cena de homenaje que le dedicaron los médicos municipales de Barcelona.
Pero el doctor Robert se acercó a la política y se hizo un nacionalista... que no utilizaba el catalán en la mayor parte de sus obras ni en los discursos. Y llegó a pronunciar uno, el 14 de marzo de1899, en el Ateneo de Barcelona, sobre “La raza catalana”, y aunque es verdad que el concepto de raza no tenía entonces la valoración científica que tiene en la actualidad, explicaba (es un decir) algunas teorías sobre la capacidad craneal y el índice cefálico de los catalanes. El periódico La Vanguardia del 15 de marzo se hacía eco del discurso con estas palabras:
“El doctor Robert fue acogido al presentarse, con una nutridísima y prolongada salva de aplausos. Empezó manifestando que había recibido poco antes una noticia, que |ya podía suponerse cuál era, pero no bastante a tiempo para suspender su conferencia, por lo cual saldría del paso lo mejor posible. Explicó como preliminar lo que entiende por índice cefálico, o sea la relación que existe entre los ejes o diámetros del cráneo y las denominaciones que de ello derivan, de Dolicocefalia y Braquicefalia como principales caracteres anatómicos para la clasificación o distinción etnológicas, ilustrando su peroración con grandes dibujos de cráneos típicos y característicos”.
Y más adelante dice el columnista del periódico que “Dejó el doctor Robert para otra conferencia, probablemente la última, el ocuparse de los caracteres diferentes de la raza catalana bajo el punto de vista mental”.
En Barcelona hay un monumento a este médico, obra del escultor Josep Llimona i Bruguera (1864-1934), inaugurado en 1910 y ubicado en la Plaza de la Universidad, retirado en el franquismo y colocado de nuevo en 1985, en la plaza de Tetuán.
Ni que decir tiene que la conferencia del doctor Robert levantó “ampollas”, fue elogiada por los sectores nacionalistas...pero eso ya no tiene nada que ver con la ciencia.
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