Hay un término científico muy poco conocido que se denomina tarantismo. En verdad el Diccionario de la RAE no contempla la palabra y la más cercana a ella es taranta, que procede del italiano y cuya primera acepción es vena (humor).
Sin embargo...
En 1696 aparece por primera vez en una obra médica un capítulo dedicado a describir las consecuencias de la picadura de la tarántula. El autor del texto es el médico italiano Giorgio Baglivi (1668-1707), que consideraba que la patología era exclusiva de la Pulla, en el sureste italiano, donde se creía que vivía el animal que la producía. Y así tarántula deriva de la ciudad italiana de Taranto (Tarento) y de la abundancia de este arácnido en la Pulla y en las proximidades de esta ciudad italiana.
No obstante, mucho antes (1611), en el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias se escribe, al explicar el término “atarantado”, que a la picadura de tarántula “se sigue temblar el paciente con movimiento descompuesto de todo el cuerpo, y para disimularle y juntamente con tomar calor y sudar, les hacen son a los atarantados para que dancen” y en otro lugar de ese mismo diccionario: “se cría en la Apulla y en todo el reino de Nápoles, y particularmente en Taranto, de donde tomó el nombre”.
El caso es que existía la creencia de que las personas que habían sido picadas por este arácnido, presentaban una serie de síntomas de diversa especie y eran capaces de reaccionar ante una música concreta, la tarantela napolitana, con un baile muy vivo y repetido, que a la postre ¡los curaba.! Ya en 1739 el Diccionario de Autoridades habla de la tarantela como de un “tañido violento, que se baila sin escuela alguna, y dicen ser el son, que tocan a los que están mordidos de la tarántula”. No debe de extrañarnos que en España se conociera la tarantela napolitana debido a las importantes relaciones culturales con el Reino de Nápoles.
En 1787 se publica un libro de Francisco Xavier Cid titulado Tarantismo observado en España, en el que refiere numerosos casos de personas picadas en nuestro país por la tarántula y contradice a Baglivi que pensaba que era una patología exclusiva del sur de Italia. Afirma que también se produce en España y especialmente en La Mancha, Extremadura y Andalucía, regiones que tienen un clima parecido al de las comarcas del sur de Italia.
Los mordidos por este arácnido manifestaban unos problemas fisiológicos que eran descritos de formas muy similares por los médicos italianos y españoles: palpitación de corazón, abatimiento de fuerzas, dolores agudísimos de vientre, problemas de movilidad, dolores de riñones, enrojecimiento facial, temblores y en algunos casos convulsiones.
Cid cree en el poder terapéutico de la música, como una gran parte de los médicos de la época, y nos cuenta el comportamiento del picado de tarántula cuando escucha una tarantela: “...empiezan a mover los pies, dedos y manos, sintiendo al mismo tiempo alegría y alivio en los síntomas, y después los demás miembros. Continuada la música, crece el movimiento hasta ponerse en pies, y empieza a bailar con tal fuerza, velocidad y arreglo, que es la admiración de los concurrentes”.
Al finalizar el siglo XVIII parece que aumentó el número de picados en La Mancha de una manera excepcional y así, El Consejo Supremo de Castilla envió un juez a diversos pueblos de la comarca “para averiguar qué especie de insecto [es un arácnido] es el de la tarántula, si le ha habido en otras ocasiones en ese país, y si es cierto que los dolientes actuales y anteriores se han curado efectivamente tocándoles el son de la tarantela”.
En junio de 1787, un mes después de la publicación del libro de Cid, ingresó en el Hospital General de Madrid un adolescente llamado Ambrosio Silván, al que se le diagnosticó baile de San Vito. Después de tratarle con sangrías y enemas el chico no mejoró. Entonces, Ambrosio comentó que unas tres semanas antes le había picado en el cuello una araña, que identificó como una tarántula en un dibujo. Al día siguiente comenzaron los movimientos.
Por indicación de su médico, Bartolomé Piñera, se utilizó el tratamiento musical, que comenzó cinco días después, combinado con la terapia habitual de sangrías y enemas. Al tocar la tarantela, el joven se puso a bailar, sin poder parar y durante el mes de julio continuaron las sesiones, aunque los movimientos de los miembros izquierdos persistían. En agosto el cuadro clínico fue mejorando y hacia la mitad del mes Ambrosio recibió el alta. Esto fue escrito en julio de 1787 en una artículo titulado “Historia natural de la tarántula y enfermedad que produce su veneno” y que apareció en el Diario Curioso, Erudito, Económico y Comercial, que había fundado por periodista Francisco Mariano Nipho (1719-1803).
En este artículo se escribe que la música es muy eficaz contra el tarantismo, ya que “tañendo al enfermo diferentes instrumentos y sonidos, se viene a encontrar alguno que le haga una fuerte impresión propia de su sensación y temperamento: entonces deja el letargo repentinamente, salta, se agita y siguiendo la cadencia, se rinde, suda, y este sudor le libra de la ponzoña que le abrasa, despedida por la insensible transpiración”.
Lo cierto es que el libro de Cid y el caso de Ambrosio hicieron que el tarantismo tuviera un enorme popularidad y que la Junta Gubernativa de Medicina dictaminara en 1807 que “reconoce acreditarse suficientemente por las referidas diligencias que la música (...) es un poderoso antídoto contra la mordedura del referido insecto (…)”.
Ilustraciones de la obra de Cid |
Las tarántulas que existen en Europa pertenecen al en el género Lycosa, y las especies más frecuentes son la L. tarantula y la L. hispanica. Sin embargo, los efectos de la picadura, descritos por los médicos antes citados, guardan perfecta relación con los causados por la picadura de otro arácnido: el Latrodectus tredecimguttatus, conocido con el nombre de araña negra.
Por esto, el antiguo tarantismo, nominado correctamente latrodectismo, ha existido siempre y continúa manifestándose en la actualidad en toda la cuenca mediterránea. Y evidentemente, el remedio curativo de la tarantela es realmente fantástico porque... la picadura del arácnido, a pesar del espectacular cuadro clínico, es raramente mortal.
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