Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

20 abril, 2017

Isaac Peral, técnica y dignidad

Isaac Peral y Caballero nació el 1 de junio de 1851, en una ciudad vinculada a la marina, Cartagena, y en el seno de una familia de marinos. Su padre era suboficial de la Armada y a su vez era descendiente de suboficiales. Tuvo dos hermanos, Pedro (1849-1897), que fue capitán de fragata, y Manuel (1862-1900), que murió como teniente de navío. En este ambiente se desarrolló gran parte de la vida de Peral que, desde los ocho años, podía vestir uniforme de la Armada, privilegio que le fue dado por la reina Isabel II por petición de su madre. Esta prerrogativa implicaba la obligación de ingresar en la Escuela Naval cuando tuviera la edad reglamentaria.

Como guardiamarina participó en conflictos armados en Cuba y en la tercera de las guerras carlistas.
Muy pronto, en 1875 fue nombrado profesor de la escuela de guardiamarinas y en 1883 catedrático de Física-Matemática en la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada. Por lo que Isaac Peral se ha hecho famoso internacionalmente es por el invento del submarino que, desde un primer momento, fue diseñado con una finalidad exclusivamente militar.
Por supuesto que Peral conocía y valoraba la labor que antes había realizado Narciso Monturiol (1819-1885) con su Ictíneo, pero en su época, los avances científicos y tecnológicos le permitieron desarrollar un sumergible mejor que el diseñado por el catalán.
Los trabajos del cartagenero sobre la navegación submarina, simultaneados con sus deberes oficiales, fueron mantenidos en secreto durante un tiempo y parece que afloraron con motivo del conflicto de las Carolinas, unas islas del Pacífico sobre las que España tenía soberanía; los alemanes tomaron posesión de las mismas, lo que motivó la reacción en la calle de gran parte del pueblo español. El caso es que el conflicto se resolvió gracias a la mediación papal, aunque Alemania consiguió unos derechos comerciales muy atractivos.
 Isaac Peral enseñó entonces, corría el año 1885, los planos del sumergible al capitán de navío y astrónomo Cecilio Pujazón y García (1833-1891), director del Observatorio de San Fernando (Cádiz). Éste hizo que presentara su proyecto al almirante Manuel Pezuela, a la sazón ministro de Marina en el gobierno de Cánovas, y finalmente, en 1887 se aprobó la construcción del primer submarino, que sería denominado Peral.
No obstante, pronto surgieron unos problemas: se necesitaban unos componentes para su construcción que motivaron que el de Cartagena se desplazara por Europa para obtenerlos y que revisara técnicamente su proyecto original; así, el presupuesto inicial de poco más de 300.000 fue superado en un 10%... y aún no se había empezado la construcción del submarino.
El principal cambio fue la utilización eléctrica para mover el buque en lugar de la fuerza humana, después creó un periscopio, un sistema de lanzamiento de torpedos y una serie de propuestas que, más tarde, se utilizaron en los primeros submarinos.
Las obras del Peral se iniciaron en el Arsenal de la Carraca (Cádiz) en octubre de 1887 y el sumergible fue botado en septiembre del año siguiente.  Se realizaron numerosas pruebas durante los años 1889 y 1890 y, excepción hecha de algunos problemas con las baterías, los resultados fueron un éxito pero... los políticos estaban en sus cosas (como tantas veces).
El ingeniero José Echegaray explicó científicamente el funcionamiento del sumergible: "El buque se sumerge de este modo: los acumuladores suministran la corriente eléctrica a las dínamos; las dínamos, por su rotación, hacen girar las hélices del eje vertical; éstas atornillándose por decirlo así, en el agua y penetrando en ella, llevan consigo, a través de la masa líquida, al submarino...” También :"como teoría, el submarino Peral me parece lo más perfecto o de lo más perfecto que se ha inventado, y pongo este dilema, porque ni soy infalible, ni conozco todo lo inventado en esta materia. Como resultado práctico, me parece que la célebre prueba en mar libre, a diez metros de profundidad, con rumbo constante y durante una hora, es un resultado importantísimo y del cual debiéramos estar orgullosos todos los españoles; no lo estamos, pues será que somos grandemente modestos: Dios nos lo premie”.
Los planes de Peral, a pesar de tener un valedor tan influyente como Echegaray, no fueron considerados en España pero... fueron vistos con buenos ojos en el extranjero. El gobierno inglés ofreció al de Cartagena cinco millones de francos por su proyecto, pero rechazó la oferta porque estaba en contra de los intereses nacionales. Y es que dado que intuía que si España se dotaba de submarinos tendría una hegemonía naval en poco tiempo, no iba a proporcionar ésta a una potencia exterior.
El submarino fue abandonado durante muchos años y, recientemente, restaurado y expuesto en el Museo Naval de la ciudad mediterránea que vio nacer a uno de sus personajes más señeros.
Los efectos colaterales fueron positivos para Peral ya que económicamente tuvo una hacienda saneada al aplicar los avances que consiguió para su invento: patentó una bicicleta y una ametralladora eléctricas, abrió por España diversas fábricas de baterías y muchas cosas más, pero falleció muy pronto en Berlín en 1895, donde había ido para tratarse del cáncer de piel que le afectaba.
En el conflicto de 1898 con los Estados Unidos, el Almirante George Dewy, jefe de la flota norteamericana que derrotó a la española en la bahía de Manila, dijo: “Si España hubiese tenido un solo submarino de los inventados por Peral, yo no hubiese podido sostener el bloqueo ni 24 horas”. 

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