Iván Sorapán de Rieros (1572-1638) fue un médico nacido en la población cacereña de Logrosán que escribió en 1616 una obra destacada en la historia de la medicina española de su tiempo: Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua. El extremeño utiliza los refranes como sustrato sobre el que desarrolla su amplia cultura; en su obra aparecen los temas médicos, biológicos, gastronómicos y dietéticos, históricos, geográficos, astronómicos y astrológicos, filosóficos...
En la Medicina española se dan cita asuntos tan dispares como un conjunto de recetas para “aclarar el rostro”, una sucinta biografía de Avicena y una documentada historia del vino, para resaltar la variedad y amplitud de conocimientos de su autor; todo esto hace que la Medicina española sea una pequeña enciclopedia de la época.
Sus
orientaciones dietéticas no están dirigidas
a los profesionales de la medicina sino a la incipiente burguesía y por
ello utiliza un tono menos académico y más desenfadado.
Sin
embargo, los conceptos dietéticos son tratados con mayor extensión por el
médico extremeño. La cultura dietética y nutricional de Sorapán tienen su
fundamento, como la casi totalidad de la su obra, en los textos de la medicina
clásica. Recomienda los huevos como “admirable sustento”, y la carne, si
tuviere las condiciones dadas por Galeno, que sea “tierna y no pegajosa”. A
partir de este punto relata con detalle las condiciones de la buena y mala
carne, ocupándose de la edad, sexo y preparación de estos alimentos. Asimismo
aporta reglas generales de alimentación: “la carne de animales rapaces es
mala”, “la carne de los cuadrúpedos sustenta más que la de las aves”, y, para
el hombre, la mejor de todas las carnes es la de cerdo.
El
relato continúa con detalles más precisos referentes a la nutrición de las
diferentes partes del animal: extremidades, sesos, tuétanos, lenguas,
testículos, etc. Pero resaltando un aspecto que no advirtieron “Galeno,
Avicena, ni otro algún filósofo advirtió, y consideró el castellano, viendo que
a estos insignes varones se les había pasado por alto una tan importante
condición, que ha de tener la buena, y loable carne, diciendo, pan de ayer,
carne de hoy” y lo explica exhaustivamente empezando el relato de esta manera:
“La carne que no fuere fresca, ha de ser salada, y si no fuere salada, o estará
podrida, o comenzada a podrecer...”
En
la Medicina Española se dedican
muchas páginas a referir las frutas y hortalizas de consumo frecuente, citando
muchas de sus propiedades según el magisterio de Dioscórides, Laguna, Plinio,
Vega y, sobre todo, de Galeno.
Recomienda
la moderación en el consumo, casi mejor diríamos que la abstinencia, de queso
siguiendo al pie de la letra los textos del médico de Pérgamo, Avicena, Vega y
otros autores, aunque el queso fresco es “menos malo, y se puede comer en poca
cantidad”. Esta recomendación contrasta con lo que se puede leer en una
importante obra didáctica del siglo XVI: los Diálogos (1538) de Luis Vives (1492-1540). En este texto, de un autor
con una extracción cultural muy diferente a la de Sorapán, donde se dan
interesantes recomendaciones dietéticas fruto de la experiencia del humanista
valenciano, hay un capítulo en el que se sirven en la mesa quesos de muchos
géneros, donde un personaje afirma que le gusta mucho el queso de leche de
yegua, se habla de quesos de diferentes regiones: Frigia, Sicilia, Holanda,
Parma, Peñafiel, y además se afirma que a los alemanes les gusta mucho el queso
mohoso, rancio, podrido y lleno de gusanos, todo lo contrario, como se puede
apreciar, de lo que recomienda el logrosano.Logrosán
El
extremeño refiere la utilidad de muchas frutas, verduras, y hortalizas. Estos
alimentos son contemplados desde el punto de vista del médico: los membrillos
“detienen valientemente el flujo del vientre, y los vómitos”, los dátiles
“hacen ventosidades”, o desde la faceta gastronómica: “hácese de la mostaza
salsa muy agradable al gusto” y la berenjena se come “picada con tocino, y zumo
de naranja, o limón”.
Mención
especial merece el vino; todos los aspectos de la obra de Sorapán se encuentran
resumidos en las muchas páginas que dedica a esta bebida. En ellas encontramos
referencias a la moderación en su consumo, detalles prácticos para conocer si
el vino está aguado, alusiones a la mitología, a la literatura, a la filosofía
y, por supuesto, a la medicina. Asimismo también da noticia, sin comentario
alguno, de 41 refranes sobre el vino y de dos remedios para aborrecer esta
bebida:
“Entre
los remedios aprobados para quitar el vino a los que del son esclavos, se tiene
por más excelente ahogar dos anguilas en una olla de vino, y degollarlas luego,
exprimiendo la sangre de la garganta en el propio vino, y luego dárselas a
comer cocidas en agua y a beber el vino en que se ahogaron.
(...) Sin que sepa el borracho lo que bebe, sino engañado, poniéndoselo en parte adonde él lo halle, y lo beba a escondidas”.
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