Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

14 julio, 2023

Pedro de Medina y el arte de la navegación

 

Pedro de Medina (c. 1493-1567) es una figura fundamental del Renacimiento europeo, un hombre que se ocupó de numerosos saberes: matemáticas, geografía, cartografía, astronomía, historia...

Basta fijarse en el año de su nacimiento para comprender que vino al mundo en un momento en el que los asuntos de navegación se volvieron fundamentales para los españoles en particular y los europeos en general.

Parece que nació en la localidad gaditana de Medina-Sidonia, que fue tutor del hijo mayor de los duques de Medina-Sidonia y que fue ordenado sacerdote. Sus conocimientos probablemente los adquirió en la biblioteca de los duques. Su vida estuvo ligada a la ciudad del Guadalquivir.

Aunque Medina escribió obras de interés histórico y geográfico, como el Libro de las grandezas y cosas memorables de España (1548), otras de asunto religioso, como el Libro de la Verdad (1555), y libros de otra índole, la faceta más importante de su actividad intelectual es la científico-técnica y más concretamente, la navegación.                                                         

Sevilla era en el siglo XVI un importante centro comercial y de finanzas y además tenía el único puerto fluvial del sur de España. La Casa de la Contratación (Pedro Mártir de Anglería la denominaba, más atinadamente, “Casa del Océano”) se creó en la ciudad andaluza en 1503 como resultado de los descubrimientos atlánticos: se  encargaba de centralizar el comercio y de todo lo relacionado con los viajes a las Indias. Era, también, una institución de ciencias aplicadas que  impartía enseñanzas de náutica. Estas, desde 1508, recaían en una persona con una profesión científica de alta cualificación: el Piloto Mayor.

El Piloto Mayor era un examinador que  debía comprobar los conocimientos de los pilotos que iban a las Indias y aprobar sus cartas, derroteros y los instrumentos de navegación. El primero de ellos fue el cosmógrafo florentino, después naturalizado castellano, Américo Vespucio. Además, los Pilotos Mayores tenían la obligación de crear un modelo cartográfico denominado Padrón Real (más tarde Padrón General) que  era la principal referencia española utilizada como modelo para los mapas y cartas de navegación de los barcos en sus rutas oceánicas.

En la Casa de Contratación hubo  cátedras de Matemáticas, Cosmografía, Astronomía, Cartografía, Hidrografía y de Artillería detentadas por profesores que impartían una enseñanza teórica y práctica.

Pedro de Medina solicitó, en 1538,  el nombramiento de cosmógrafo, para lo que entregó un Libro de Cosmographia en que se declara una descripción del mundo dirigida a la S. M del Emperador don Carlos nuestro señor. Le fue admitido y con él ya podía  realizar cartas de navegación, escribir libros de pilotaje y fabricar los instrumentos  para la navegación, etc. Esto era muy importante en la medida que el cosmógrafo podía vender a los pilotos las copias del Padrón Real y los instrumentos de navegación, lo que era un estupendo negocio. Sin embargo, había otros pilotos que tenían el monopolio de estas ventas y ya se puede imaginar el lector que hubo enfrentamientos entre estos y Medina y el asunto se fue agriando poco a poco. Una de las consecuencias fue que Pedro de Medina informó a su rey, Carlos V, de lo mal que funcionaba la institución, lo que hizo con un texto de título harto elocuente: Representación sobre el desorden que había en las cartas e instrumentos de navegación, y en los exámenes de pilotos y maestres.

Del Arte de Navegar


La situación no fue a mejor y, aunque los pilotos intentaron vetar su obra, en 1545 se publicó, con la aprobación del Consejo de Indias, su gran libro: Arte de navegar en que se contienen todas las reglas, declaraciones, secretos, y auisos a que la buena navegación son necessarios, y se deuen saber, dedicado a Felipe II. Era una reelaboración del Libro de Cosmografía, citado antes, en ocho tomos conocidos como Arte de navegar.

Constituyen una obra pionera en  Europa sobre esta materia obra que tuvo una enorme influencia en los científicos de las décadas siguientes. De su importancia, sin parangón entre los textos de su época sobre el mismo asunto, baste decir que tuvo quince ediciones en francés (entre 1554 y 1663), seis en alemán (entre 1576 y 1633), cinco en holandés (entre 1580 y 1598), tres en italiano (entre 1554 y 1609) y, finalmente, dos en inglés.

Por otra parte, los denominados  regimientos de navegación  eran manuscritos que los pilotos copiaban de manera que a Medina, en 1552, se le ocurrió llevar a la imprenta uno suyo que denominó: Regimiento de Navegación. En que se contienen las reglas, declaraciones y avisos del libro del arte de navegar. Viene a ser un resumen del Arte de navegar y tiene una finalidad divulgativa ya que eliminó del texto de1545 la mayor parte de los aspectos teóricos, limitándose, casi exclusivamente, a la práctica del pilotaje. A fin de cuentas siempre fue interés de Medina hacer explicaciones concisas y asequibles. El éxito de esta obra fue grande ya que en 1563 fue actualizada con la publicación de otro Regimiento de Navegación compuesto por el maestro Pedro de Medina al que añadió veinte nuevos “avisos a los navegantes”.

Del Arte de Navegar


Medina fue asesor regio en dos juntas (1554 y 1556) convocadas por el Consejo de Indias para determinar el transmeridiano (el opuesto esféricamente) del que se dictó en el Tratado de Tordesillas. Se trataba entonces de conocer la posición exacta de las Molucas. Su informe científico dio noticia de su pertenencia a la corona española.

Este extraordinario personaje tiene en la Antártida una montaña con su nombre.

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