En los albores de la aeronáutica España tuvo un papel importante y algunos españoles fueron figuras destacadas de esta tecnociencia. En una parcela al lado del aeródromo de Cuatro Vientos, en 1928, se crea por un Real Decreto la Escuela Superior Aerotécnica, el primer centro oficial de enseñanza aeronáutica de España, en el que se imparten los conocimientos para obtener el título de ingeniero aeronáutico. Su primer director fue el militar y aeronauta Emilio Herrera.
En 1879 nacía en Granada Emilio Herrera
y Linares, diseñador del traje espacial. Uno de sus antepasados era Juan de
Herrera, el arquitecto que diseñó El Escorial de Felipe II. 
Sello de 2021
Después de realizar el Bachillerato en
el Colegio San Pablo de su localidad de nacimiento, empezó los estudios de
Arquitectura, que abandonó debido a un problema con su profesor de Química.
Ingresó entonces en la Academia de Ingenieros de Guadalajara y en 1901 culminó
sus estudios como teniente. Ese año solicitó su traslado a la Escuela Práctica
de Aerostación lo que le permitió participar con diferentes aerostatos en
ascensiones científicas —como la observación, fotografiada y dibujada por él,
del eclipse solar total de 1905— y deportivas (la competición Gordon Bennett,
en 1906 y 1908). Sus conocimientos le permitieron intervenir en Melilla en 1909,
en una expedición aerostática militar para apoyar a las tropas que debían acabar
con un foco rebelde en el Protectorado español de Marruecos. Después obtuvo el
título de piloto de dirigible.
Herrera, integrante de la primera
promoción de aviadores militares, formó parte del primer grupo de militares
españoles que, con José Ortiz Echagüe, pasó en avión en 1914 el estrecho de
Gibraltar. Por ello fue nombrado Gentilhombre por Alfonso XIII. Asimismo
intervino con la aviación en una campaña marroquí.
Desde 1914 orientó sus estudios hacia
los aspectos científicos, técnicos, comerciales y legales de la aeronáutica.
Desde 1918 promovió el establecimiento
de la Compañía Aérea Colón, una línea transoceánica para pasajeros que debería atravesar
el océano Atlántico con los dirigibles de Leonardo Torres Quevedo (1852-1936).
Esta empresa pasó después a ser, desde el aspecto económico, alemana y Herrera
sólo fue pasajero de dos famosos viajes transatlánticos del Graf Zeppelin en
1928 y 1930.
Herrera fue vicepresidente de la
Sociedad Matemática Española (1920) y escribió varios artículos y libros sobre
su especialidad entre los que destacan sus Apuntes
de Navegación Aeronáutica. 
Autobiografía de Herrera
(editado por la Univers. de Granada)
En 1921 se encargó de la construcción
del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, que poseía uno de los túneles
de viento más grande y moderno de Europa, que fue diseñado por él: sólo el
túnel de Langley Field (Virginia) era de mayor tamaño pero generaba viento a
menor velocidad. En
1928 fundó la Escuela Superior de Aerotecnia, lugar de formación de los futuros
ingenieros aeronáuticos.
Herrera, amigo de Alfonso XIII, acudió
en abril de 1931 —recién proclamada la II República— a París para pedirle una
audiencia; fue en el Hotel Maurice y la razón de la misma era la de seguir a
sus órdenes “en cumplimiento al juramento prestado” (como Gentilhombre que
era). El monarca se lo agradeció pero le recomendó aceptar el régimen
republicano. El aviador regresó a España y firmó su compromiso de ser leal a la
República.
En 1931 fue nombrado experto internacional de aviación por la Sociedad de Naciones y el año siguiente patentó una regla de cálculo para resolver problemas aerodinámicos e ingresó como miembro en la Academia de Ciencias. Su discurso en esta institución, titulado "Ciencia y Aeronáutica", versó sobre una ascensión en globo para estudiar la estratosfera empleando una escafandra, el antecedente de los modernos trajes espaciales. Herrera trabajó con este fin en los talleres del Polígono de Aerostación de Guadalajara y en el Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos.
El 11 de octubre de 1933 el periódico Mundo Deportivo, en su portada, se hacía
eco del “Proyecto de ascensión a la estratosfera del coronel Herrera”. En 1935 diseñó la escafandra y el traje
espacial que fue el punto de referencia de los equipos utilizados más de
treinta años después por los astronautas estadounidenses y soviéticos en sus
viajes espaciales. Como gratitud, Neil Armstrong (la primera persona que pisó
la Luna) regaló a Manuel Casajust Rodríguez —colaborador de Herrera, ingeniero
militar, científico español y empleado en la NASA—, que participó en Cabo
Cañaveral en el éxito de la misión APOLO XI, una roca traída de la Luna que fue
depositada en el Museo del Aire de Cuatro Vientos, donde permaneció hasta… su
desaparición de este centro madrileño. La ascensión, proyectada para 1936, fue
suspendida al iniciarse la Guerra Civil.
En marzo de 1958 Herrera escribe al ingeniero
y profesor Francisco José San Martín una carta en la recordaba sus proyectos: “Tras
ser nombrado miembro de la Academia de Ciencias y bajo los auspicios de esta
institución y de la Sociedad Geográfica, presenté un proyecto de ascensión
estratosférica en un globo de 37.000 metros cúbicos, con barquilla abierta, en
el que debía ascender a 26 kilómetros de altitud protegido por una escafandra
del espacio, cuya descripción fue publicada en la revista Ciencia Aeronáutica,
de Caracas".
Herrera es nombrado, durante la Guerra Civil, jefe de los servicios técnicos y organiza las escuelas de aviación de la República, llegando a ser nombrado general de las fuerzas aéreas. Al finalizar la guerra se exilia en París.
Sin embargo, continúa con una amplia
labor científica que culmina con el ingreso en la prestigiosa Office National
d´Etudes et de Recherches Aérospatiales francesa. También fue nombrado
consultor de la UNESCO sobre temas de física nuclear y elegido miembro de la Academia
de Ciencias de Francia. Esta Academia le concedió, gracias a las gestiones de
Salvador de Madariaga, una pensión vitalicia que le permitió vivir sin
problemas económicos hasta su fallecimiento, acaecido en Ginebra en 1967.


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