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02 abril, 2024

Marcos Jiménez de la Espada, un hombre del Renacimiento en el siglo XIX

 

El día 5 de marzo de 1831 nacía en la ciudad de Cartagena Marcos Jiménez de la Espada, el más eminente de los integrantes de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865), la más importante expedición ultramarina de la España de Isabel II. Aunque su vida científica estuvo dedicada a la zoología, también realizó trabajos históricos, geográficos y de historiografía científica.

Cartagena a fines del siglo XIX

Como su padre era funcionario y cambió varias veces de residencia, el joven Marcos estudió el Bachillerato en diversas poblaciones: Valladolid, Barcelona y Sevilla. En 1850, en la capital de España, empezó la carrera de Ciencias Naturales y en 1853, antes de finalizarla, trabajó como ayudante en la sección de Historia Natural de la universidad. Una vez terminada la licenciatura (1855), ejerció como ayudante  de la clase de Mineralogía y Geología en el Museo de Ciencias Naturales de la Corte, el después conocido como  Museo de Ciencias Naturales de Madrid, con el que estuvo vinculado más de 40 años. En este centro impartió, además, clases de Zoología y Anatomía comparada. Como científico dependiente del citado museo, fue responsable de la gestión del Jardín Zoológico de Aclimatación que, por entonces, se había instalado en el Real Jardín Botánico de Madrid.

Marcos Jiménez de la Espada

Con 31 años fue elegido, con otros siete naturalistas, miembro de una expedición científica que debía recoger, en Centro y Suramérica, materiales zoológicos, botánicos, geológicos y antropológicos para el Museo de Ciencias Naturales y el Jardín Botánico de Madrid. Dos personajes destacan en la organización de la expedición: el entonces ministro de Fomento, Antonio Aguilar y Correa (1824-1908), y el director del Museo de Ciencias Naturales, jefe directo de don Marcos, Mariano de la Paz Graells (1809-1898). El empeño personal del ministro hizo que la que iba a ser una empresa política se transformara, también, en un asunto científico. Se consiguió formar un grupo de expedicionarios cuyos miembros más distinguidos eran: su presidente, Patricio María Paz y Membiela (1808-1874), que había sido oficial de la Armada y era aficionado a las ciencias naturales; el antropólogo y médico Manuel Almagro (1834-1895); Fernando Amor (1820-1863), que había estudiado Farmacia y era el encargado de la recolección de insectos, arácnidos, minerales, rocas y fósiles; Francisco de Paula Martínez y Sáez (1835-1898), licenciado en Ciencias Naturales y responsable de la recolección de mamíferos y reptiles acuáticos, peces, crustáceos, anélidos, moluscos y zoófitos; y Marcos Jiménez de la Espada, al que se le responsabilizó de las colecciones de aves y mamíferos y reptiles terrestres. También formaron parte de la expedición otros personajes como el dibujante-fotógrafo Rafael Castro y Ordóñez (1834–1865), el botánico Juan Isern (1825-1866), el médico, que ejerció como taxidermista, Bartolomé Puig y Galup (1826 -?), etc. 

Diario de la Expedición al Pacífico

Con diferencia, el miembro más ilustre de la Comisión Científica del Pacífico, como se denominó a la expedición, era Jiménez de la Espada. El cartagenero envió por primera vez a Europa varios ejemplares de la fauna americana con el fin de conseguir su aclimatación: guanacos, liebres de la Patagonia, cisnes de cuello negro, pavos silvestres del Perú, cóndores y dieciséis especies nuevas de ranas. Muchos de los descendientes de estos animales fueron donados a diversos jardines zoológicos europeos, lo que le valió a Jiménez de la Espada (1866) la concesión de la medalla de primera clase de la división de mamíferos, por parte de la francesa Société Impériale Zoologique d’Acclimatation —creada en 1854 por el insigne zoólogo francés Isidore Geoffroy Saint-Hilaire (1805-1861).

Cuando regresó a España (1865) estuvo estudiando y organizando los materiales zoológicos recogidos en la expedición americana. Fruto de este trabajo fueron unas publicaciones que empezaron con "Algunos datos nuevos o curiosos acerca de la fauna del Alto Amazonas. Mamíferos" (1870), donde daba a conocer por primera vez  a la cultura occidental algunas especies de primates como el Leontocebus lagonatus y el Leontocebus graellsi, dedicado por don Marcos a su maestro, ya citado, Mariano de la Paz Graells. Una parte del diario que escribió en su periplo americano fue publicado, en 1928, después de su fallecimiento: Diario de la Expedición al Pacífico llevada a cabo por una comisión de naturalistas españoles durante los años 1862-1865.

En 1871 fundó, con otros naturalistas, la Sociedad Española de Historia Natural, de la que fue su presidente en 1895. En la revista de la misma, Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, publicó numerosos trabajos y en uno de ellos (1875) vio la luz su mayor obra en el campo de la zoología, un auténtico clásico de esta especialidad científica: Vertebrados del viaje al Pacífico. Batracios; en ella describe 786 anfibios recolectados en la expedición: 18 géneros y especies ya conocidas, y 2 géneros, 12 especies y 3 subespecies ignoradas hasta entonces.

También fundó, en 1876, la Sociedad Geográfica de Madrid y en el Boletín de la misma editó en 1877 el Libro del conosçimiento, texto medieval en cuyas páginas se cuentan novedades de lugares desconocidos de África. Amén de otros trabajos históricos, entre 1881 y 1897 editó en cuatro tomos las Relaciones Geográficas de las Indias, un conjunto de textos geográficos y estadísticos del siglo XVI realizados para conocimiento de América.

Busto de Jiménez de la Espada
en su ciudad natal
Sus estudios sobre diversos asuntos referentes a la América precolombina, y en especial sobre la cultura incaica, le valieron una medalla de oro que le fue concedida por el gobierno peruano. Hoy, su fotografía ocupa un lugar preeminente en el Departamento de Historia de la Universidad de San Marcos de Lima. Hay que resaltar que el de Cartagena fue nombrado miembro de la Real Academia de la Historia, de la Sociedad Berlinesa de Antropología, Etnografía y Prehistoria, de la Real Sociedad Geográfica de Londres y de la Real Academia de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. 

Falleció en Madrid el 3 de octubre de 1898, nueve meses después de haber  defendido su tesis doctoral y tres meses después de ser nombrado catedrático de Anatomía comparada. La muerte le sorprendió cuando estaba realizando un importante trabajo sobre la expedición marítima de Alejandro Malaspina.

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