Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

15 octubre, 2010

Novatores

En la corte del último de los Austrias, Carlos II, se observan ciertos cambios de orientación intelectual en lo que respecta al interés por la ciencia que habían mostrado los reyes de la España del siglo XVII, años en los que nuestro país había perdido el tren de la revolución científica que se había realizado Europa. Por ejemplo, Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV, muestra una gran afición por muchas de las ramas del saber científico: física, astronomía, anatomía, química, etc.
En el último tercio del siglo XVII se da un nuevo impulso a la ciencia española con los novatores, que son estudiosos de la ciencia y filosofía modernas que, aislados o en grupos, dejan oír sus quejas sobre el desolador panorama de la ciencia nacional y muestran una orientación favorable a las nuevas corrientes. El principal exponente de este grupo fue el médico valenciano Juan de Cabriada (ca.1655- post.1714).
El profesor López Piñero habla de novatores moderados, reacios a los grandes cambios, que no abandonan las rémoras científicas clásicas y muy especialmente las de la medicina galénica —olvidadas en el resto de Europa—, y de novatores más vehementes, que proponen la regeneración de España no sólo desde el punto de vista científico sino también desde ámbitos económicos y políticos. Además, los novatores hacen una crítica de lo español por comparación con lo que viene del resto de Europa y son partidarios, a la hora de difundir los conocimientos, de la utilización de la lengua romance en contraposición a los escolásticos que siguen escribiendo en latín.
En este sentido, La Carta filosófica, médico-chymica (1686) de Cabriada es un magnífico exponente del pensamiento novator: "Sólo mi deseo es que se adelante el conocimiento de la verdad, que sacudamos el yugo de la servidumbre antigua para poder con libertad elegir mejor. Que abramos los ojos, para poder ver las amenas y deliciosas provincias, que los escritores modernos, nuevos Colones y Pizarros, han descubierto por medio de sus experimentos, así en el macro como en el microcosmos".
Ya a principios de siglo, en la tertulia de novatores que se reunía en casa del médico sevillano Juan Muñoz y Peralta (ca. 1695-1746) se creó el germen de la "Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias", considerada la primera de las instituciones españolas al servicio de los nuevos saberes.

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