Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

13 octubre, 2011

Obras no científicas de Santiago Ramón y Cajal

No se trata de hacer un repaso pormenorizado de las obras no científicas del sabio español, bastará anotar que son textos de fácil lectura que constituyen una ayuda excelente a la hora de forjar la estatura espléndida de la personalidad cajaliana: las Impresiones de un arterioesclerótico, subtítulo de su libro El mundo visto a los ochenta años, son una muestra de la obsesión de Cajal por la decadencia física de la persona. Era un hombre extraordinariamente preocupado por la vejez, más que como anticipo de la muerte, por el declinar intelectual que supone, declinar que, casi, no tuvo nada que ver con él, pues sus sinapsis neuronales funcionaron admirablemente hasta los últimos instantes de su existencia.
Sus relatos biográficos: Mi infancia y juventud, sus magníficos Recuerdos de mi vida y sus Tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre investigación científica son libros que deberían ser de lectura obligada para nuestros científicos de hoy. Las Charlas de café no son más que, tal y como reza en el prólogo del autor, “una colección de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, ora serios, ora jocosos, provocados durante algunos años por la candente y estimuladora atmósfera del café”. Los discursos y artículos recopilados en La psicología e los artistas muestran el vigor intelectual del de Petilla, y los Cuentos de vacaciones son unas narraciones seudocientíficas escritas como “desahogos o compensaciones dinámicos de un espíritu fatigado por veinticinco años de disciplina y de labor científica”.
Estos textos no científicos de nuestro sabio han sido muy poco estudiados y sobre ellos se han vertido opiniones muy ligeras, alegando frases sacadas de sus contextos literario o histórico. Sin embargo, importantes hombres de la cultura, científica o no, elogiaron la obra literaria de don Santiago. Por ejemplo, Gregorio Marañón recordaba en su Cajal, su tiempo y el nuestro que el eminente médico, político y ensayista Carlos María Cortezo (1850-1933) recomendaba su libros porque estaban repletos de “bellísimos párrafos de recia literatura e ideas originales de pensador genial” y que el novelista Ramón Pérez de Ayala hablaba de la primera parte del libro de Cajal Historia de mi vida, como de una obra que estaba al mismo nivel de las “mejor logradas obras de picaresca clásica, por su lenguaje, por su amenidad, por su humanidad, por su gracejo”.

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