El gran Lope de Vega da cuenta de la utilidad de las plantas del
huerto de Belardo (en una de sus poesías líricas) utilizando conceptos de la
medicina y farmacopea clásicas:
Hortelano
era Belardo
de
las huertas de Valencia,
que
los trabajos obligan
a
los que el hombre no piensa.
Pasado
el hebrero loco,
flores
para mayo siembra,
que
quiere que su esperanza
dé
fruto a la primavera.
El
trébol para las niñas
pone
al lado de la huerta,
que
por la fruta de amor
de
las tres hojas aprenda.
Albahacas
amarillas,
a
partes verdes y secas,
trasplanta
para casadas
que
pasan ya de los treinta
y
para las viudas pone
muchos
lirios y verbena,
por
que los verde del alma
encubre
la saya negra.
torongil
para muchachas
de aquellas
que ya comienzan
a
deletrear mentiras,
que
hay poca verdad en ellas.
El
apio a las opiladas
y a
las preñadas almendras,
para
melindrosas cardos
y
ortigas para las viejas.
Lechugas para briosas
que
cuando llueve se queman,
mastuerzo
para las frías
y
ajenjos para las feas.
Creo que tres observaciones son más que suficientes para demostrar
el conocimiento científico de Lope. Según la doctrina galénica imperante en la
época, las sustancias de complexión caliente y seca eran utilizadas para las
enfermedades de causa fría como los dolores de cabeza, de pecho y otros. Por
eso Lope nos dice: “mastuerzo para las frías” ya que, tal y como podemos
comprobar en los muy leídos en su tiempo comentarios de Andrés Laguna(ca. 1510-1559) a la Materia medica de Dioscórides, la planta es “caliente y seca”; así
mismo, los versos de Lope, “apio a las opiladas” y “lechugas para briosas”
tienen su razón de ser en las recomendaciones del médico segoviano que aconseja
el apio, entre otra cosas, para “desopilar el hígado y bazo” y la lechuga
porque “refrena el furor de la cólera”.
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