Durante mucho tiempo,
antes de que la hidrología tuviera cierta entidad en los centros
universitarios, los saberes científicos al respecto eran muy peculiares. Hay
que tener en cuenta que la hidrología no formó parte del currículum de la
carrera de médico hasta 1866, donde se impartía en la asignatura de “Ampliación
de la Terapéutica
y Farmacología. Hidrología médica”, bien es cierto que no hubo cátedra de la
disciplina hasta 1912 y sólo en Madrid.
La enseñanza no oficial de esta disciplina se
redujo a los cursos que impartió en la capital de España, a finales del siglo
XIX, Hipólito Rodríguez Pinilla (1860-1936) y que fueron el punto de partida de
la futura independencia de esta disciplina.
Por todo lo anterior, los
conocimientos sobre la hidrología médica debían de ser adquiridos por los
galenos de una manera autodidacta. Por eso, hay que destacar que las
personalidades más importantes de la hidrología médica española del siglo XIX tenían
unos saberes en ciencias auxiliares adquiridos muy lejos de la Facultad de Medicina.
Las ciencias auxiliares
que debían formar parte de los conocimientos del médico de baños eran la
química, física, geología, geografía, botánica y zoología especialmente ya que
eran fundamentales a la hora de redactar las topografías médicas. Así, los Apuntes hidrológicos (1867) de Antonio
Berzosa y Mateo (1822-1871), director que fue
durante varios años del balneario pacense de Alange, se encuentran precedidos
de “algunas nociones de las ciencias auxiliares que facilitan el estudio de la
Hidrología médica”.
Así, de los diez
capítulos de la obra, en los seis primeros se tratan asuntos en los que se hace
referencia a las ciencias complementarias necesarias para la hidrología: I.- Climatología. Del
clima y de los elementos que contribuyen a su constitución; II.- Meteorología.
Importancia que tiene en hidrología médica el estudio de la meteorología; III.-
Geología. Importancia que tiene la Geología en el estudio de
las aguas minerales y ventajas que proporciona para el conocimiento de varios
fenómenos naturales; IV.-Del agua en general. De lo que se entiende por aguas
potables y su diferencia de las minerales; V.-Del agua minero-medicinal. De lo
que se entiende por aguas minerales, y de las clases en que se dividen las que
tienen aplicación terapéutica; VI.-Análisis de las aguas minerales. De la
manera de apreciar los caracteres organolépticos de las aguas minerales.
En estos Apuntes
hidrológicos se puede leer lo siguiente: “¿Podrá nadie poner en duda
la importancia principalísima de las ciencias naturales, de la física, de la
climatología, de la meteorología, y sobre todo de la química en el estudio de
la hidrología médica? ¿Podrá emplearse un medicamento en el tratamiento de una
enfermedad, sin conocerle lo más íntimamente posible? Esto es tan obvio, que no
necesitamos esforzarnos para probarlo”.
Y más adelante pedía el concurso de los científicos
de las diferentes disciplinas: “Físicos, Químicos, Naturalistas y Médicos,
agrúpense bajo el frondoso árbol de la ciencia, y entonces serán inmensas las
ventajas que obtendrá la hidrología médica, recibiendo el concurso de todos los
conocimientos que pueda proporcionar la observación clínica, el estudio
analítico del agente medicinal, y el de todas las circunstancias y condiciones
en que este ejerce sus virtudes”.
Pocos años después, el director de Alange Mariano de
Rementería y Pimentel firma su Memoria anual con la titulación académica:
“Doctor en las facultades de Medicina y Ciencias Físico-Químicas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario