Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

10 septiembre, 2012

Ciencia y cultura españolas


La desconsideración con los trabajos de los hombres de ciencia la podemos encontrar en muchos libros, entre los que están los que tratan asuntos históricos. Teniendo en cuenta exclusivamente obras de historia de España o de cultura española, de carácter más o menos general o divulgativo, podemos afirmar que la mayor parte de libros de este asunto olvidan la labor científica, obvian a las instituciones relacionadas con la ciencia y, en fin, ningunean todo aquello que tenga el menor viso científico. Veamos tres casos más que significativos: una historia general de España, un texto general de cultura española y un libro de cultura española de los siglos XVI y XVII.

Primero: García de Cortázar y González de Vesga escriben una atractiva Historia de España en la que casi no hay alusiones a la tarea científica de los españoles, mientras que no son escasas las referencias al teatro, poesía, pintura… españolas. Segundo: la obra de dirige P.E. Russell y que tiene como título Introducción a la cultura hispánica, está dividida en dos tomos, uno dedicado a la historia, el arte y la música de nuestro país; el otro trata exclusivamente de la literatura, lo cual implica que los aspectos relacionados con la ciencia parece que tienen poco que ver con la cultura. Tercero: una espléndida y ya clásica obra dedicada a la “cultura y costumbres del pueblo español de los siglos XVI y XVII” —epígrafe que figura en la portada de la primera edición española (1929)—, y titulada Introducción al siglo de oro, del hispanista alemán Ludwig Pfandl, carece de referencia alguna a la ciencia.
En todo lo anterior hay excepciones. Por ejemplo, el Tomo XXI de la prestigiosa Historia de España de Menéndez Pidal está dedicado a la Cultura del Renacimiento (1480-1580), y en él se hace un excelente estudio de los aspectos culturales de esa época; intelectuales eminentes de cada especialidad escriben sobre música, pintura, lengua, etc. El apartado dedicado al Renacimiento en las Ciencias está escrito por el, probablemente, más importante de los historiadores de la ciencia española, José María López Piñero y en el texto se dedican cincuenta páginas (de ochocientas) a los avatares científicos de la España renacentista. Otro ejemplo, aunque menos significativo: en un librito de Ricardo García Cárcel, uno de los mejores historiadores de la época Moderna española, estudia Las Culturas del Siglo de Oro y dedica trece páginas (de poco más de doscientas) al pensamiento científico. En cualquiera de los dos casos, compare el lector la parte proporcional dedicada a la ciencia y la que aborda las otras formas de cultura y saque sus propias conclusiones.
Esta desconsideración con la actividad científica también es aplicable a muchas obras de grandes hispanistas, como el historiador británico Henry Kamen. En su obra Felipe de España casi no hay “alusiones” a los numerosísimos aspectos científicos del reinado de Felipe II. Hay, empero, numerosas referencias a los artistas de su reinado. Sólo se apunta, aunque en un párrafo (en un libro de más de quinientas páginas), la expedición realizada por el naturalista y médico Francisco Hernández; tan escasa información no permite hacerse una idea de la importancia de la que fue la primera, y una de las más importantes, expediciones científicas al Nuevo Mundo. Sin embargo, hay muchas razones para explicar someramente la expedición y para referirse al que fuera médico regio y nombrado, por su rey, “protomédico general de nuestras Indias”. Claro que, además de este importante científico, se hubieran podido citar muchos hombres e instituciones que tuvieron una gran influencia en la cultura de la segunda mitad del siglo XVI.


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