¿Por
qué se escribe en latín en la España científica del siglo XVI? ¿Qué razones
esgrimen los defensores del latín como lengua científica?
Uno
de los primeros argumentos a favor de la utilización de latín se basaba en su
universalidad: un libro escrito en latín podría ser leído por cualquier hombre
de ciencia de cualquier país, algo que no sucedería con las obras escritas en
lenguas vulgares. Algo parecido a lo que hoy ocurriría si alguien creyera que
sus trabajos científicos, publicados en una lengua diferente del inglés, iban a
ser leídos por la comunidad científica internacional. A esto había que añadir
el importante papel jugado por la imprenta ya que, si se publicaba en latín,
los impresores tenían menos problemas para difundir los textos científicos en
las diferentes ferias internacionales.
Es evidente que un libro escrito en la
lengua de Virgilio podía salir al mercado desde la feria de Leipzig o la de
Medina del Campo, pero esto era más difícil si, en esas importantes localidades
de difusión del libro en el siglo XVI, se intentaba dar salida a un texto
escrito en francés. En relación con la vallisoletana Medina del Campo hay que
añadir que el invento de Gutemberg por un lado y su excelente situación
geográfica por otro provocaron la transformación de esta antigua ciudad de
ferias agrícolas en un importante centro de impresión y difusión de libros
durante ese siglo.
Desde
un aspecto más sociológico hay que considerar otras importantes razones: si se
escribe el latín se hace en un lenguaje para personas instruidas, lo que impide
el intrusismo en el ejercicio de una determinada profesión y, en su aspecto más
negativo, cierra el paso a la divulgación de los conocimientos. Además,
expresar el conocimiento en latín era mucho más fácil que hacerlo en una lengua
romance que no poseía unos términos científicos adecuados y que, por tanto,
requería neologismos.
Parece claro, pues, que la defensa del latín tiene como
consecuencia la creación de un status
intelectual dominante, aislado de los saberes ajenos al mundo académico, y
presupone, en cierta forma, el reconocimiento social y cultural del creador.
Esta es la opinión, por ejemplo, del médico de Fregenal de la Sierra (Badajoz),
Francisco Arceo (1493-1580), que escribió en latín una importante obra: De recta curandorum vulnerum ratione, et
aliis artis eius praeceptis libri II. Eiusdem de Febrium curandorum ratione (1574).
En muy pocos años fue traducida al francés, alemán, holandés e inglés, aunque,
claro es, no sabemos la opinión del ilustre galeno a este respecto.
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