Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

21 mayo, 2013

Los partidarios de la lengua latina en la España del siglo XVI


¿Por qué se escribe en latín en la España científica del siglo XVI? ¿Qué razones esgrimen los defensores del latín como lengua científica?
Uno de los primeros argumentos a favor de la utilización de latín se basaba en su universalidad: un libro escrito en latín podría ser leído por cualquier hombre de ciencia de cualquier país, algo que no sucedería con las obras escritas en lenguas vulgares. Algo parecido a lo que hoy ocurriría si alguien creyera que sus trabajos científicos, publicados en una lengua diferente del inglés, iban a ser leídos por la comunidad científica internacional. A esto había que añadir el importante papel jugado por la imprenta ya que, si se publicaba en latín, los impresores tenían menos problemas para difundir los textos científicos en las diferentes ferias internacionales.
Es evidente que un libro escrito en la lengua de Virgilio podía salir al mercado desde la feria de Leipzig o la de Medina del Campo, pero esto era más difícil si, en esas importantes localidades de difusión del libro en el siglo XVI, se intentaba dar salida a un texto escrito en francés. En relación con la vallisoletana Medina del Campo hay que añadir que el invento de Gutemberg por un lado y su excelente situación geográfica por otro provocaron la transformación de esta antigua ciudad de ferias agrícolas en un importante centro de impresión y difusión de libros durante ese siglo.
Desde un aspecto más sociológico hay que considerar otras importantes razones: si se escribe el latín se hace en un lenguaje para personas instruidas, lo que impide el intrusismo en el ejercicio de una determinada profesión y, en su aspecto más negativo, cierra el paso a la divulgación de los conocimientos. Además, expresar el conocimiento en latín era mucho más fácil que hacerlo en una lengua romance que no poseía unos términos científicos adecuados y que, por tanto, requería neologismos. 
Parece claro, pues, que la defensa del latín tiene como consecuencia la creación de un status intelectual dominante, aislado de los saberes ajenos al mundo académico, y presupone, en cierta forma, el reconocimiento social y cultural del creador. Esta es la opinión, por ejemplo, del médico de Fregenal de la Sierra (Badajoz), Francisco Arceo (1493-1580), que escribió en latín una importante obra: De recta curandorum vulnerum ratione, et aliis artis eius praeceptis libri II. Eiusdem de Febrium curandorum ratione (1574). En muy pocos años fue traducida al francés, alemán, holandés e inglés, aunque, claro es, no sabemos la opinión del ilustre galeno a este respecto.

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