Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

14 mayo, 2013

El lenguaje científico en el siglo XVI español

En la Baja Edad Media, y en la península Ibérica, el catalán y el castellano tenían una importancia muy superior a la que poseían en el resto del continente las demás lenguas europeas y, quizás por ello, en 1492 se publicó en España la primera gramática de una lengua romance, la Gramática sobre la lengua castellana de Antonio de Nebrija (1441-1522). Sin embargo, en el Renacimiento esta tradición de los años precedentes se vio, en gran medida, interrumpida por la influencia del latín como lenguaje científico.

En los siglos XV y XVI surge una línea pedagógica, filosófica e histórica que estudia las obras clásicas, griegas y latinas porque considera que en ellas se encuentra el conocimiento, en el amplio sentido de la palabra, y porque esos textos son auténticas guías éticas: es el Humanismo. En el movimiento humanista español podríamos citar a muchas personalidades de la esfera científica pero me limitaré a dos médicos conversos: Francisco López de Villalobos (1473-1549), traductor que fue del Anfitrión de Plauto y médico de las cortes de Fernando el Católico y Carlos I, y al segoviano Andrés Laguna (ca. 1510-1559) que tradujo y comentó la Materia medica de Dioscórides.

En la España renacentista hubo partidarios de la utilización del latín como lengua de la ciencia y los defensores de las lenguas romances como difusoras de los saberes científicos.
El profesor López Piñero ha analizado las diferentes lenguas de las publicaciones de las diversas disciplinas científicas durante el último cuarto del siglo XV y todo el siglo XVI; los resultados indican claramente que casi la mitad de las obras fueron escritas en latín (46%), pero no todos los saberes científicos utilizaron las lenguas de la misma forma. Mientras la casi totalidad de los textos de navegación, metales, minerales, albeitería, arquitectura, etc. vieron la luz en lengua vulgar, la cuarta parte de las obras de alquimia, la tercera parte de las de matemáticas, casi la mitad de las de historia natural y más del 50% de las de medicina se escribieron en latín; en el otro extremo se encuentran las de filosofía natural, el 80% de las cuales se imprimieron en latín. Una conclusión general que se puede colegir de estos hechos es que en las disciplinas aplicadas y en las de carácter menos académico la lengua vulgar se mostró dominante, mientras que en los saberes más universitarios se escribió predominantemente en latín.
Por último y teniendo en cuenta dos disciplinas ajenas al mundo de la ciencia, el derecho y la historia, los resultados muestran una orientación similar a la manifestada por las materias científicas: la casi totalidad de las obras de historia se escribieron en lengua vulgar y, sin embargo, todas las obras de derecho que se publicaron en el periodo antes citado fueron escritas en la lengua de Cicerón.

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