Juan Dantín Cereceda fue uno de los geógrafos españoles más importantes
del siglo XX. Este madrileño nació en
1881, cursó los estudios medios en el Instituto Cardenal Cisneros de la capital
y en la Universidad Central se licenció en Ciencias Naturales en 1904. Su
perfil académico se completó en 1912 cuando defendió su doctorado con una tesis
que versaba sobre la constitución e interpretación del relieve de la península
Ibérica y que fue dirigida por Eduardo Hernández Pacheco (1872-1965), a la
sazón catedrático de Geología de la Universidad Central.
La tesis doctoral de Dantín fue una versión reducida de una de
sus publicaciones científicas más importantes: Resumen fisiográfico de la Península Ibérica, que apareció en 1912
y que era una síntesis geológica y geográfica de nuestra Península y, para
algunos, la mejor obra científica de su autor; fue reeditada en 1948.
Una parte de su actividad intelectual estuvo orientada hacia
la enseñanza. Así, logró la cátedra de Agricultura y Técnica Agrícola e
Industrial en el Instituto de Baeza en el año 1909, en 1910 pasó al de
Albacete, en el 12 al de Guadalajara y en 1919 al Instituto Escuela, centro
éste dependiente de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE). En 1922, con
una nueva oposición, obtuvo la misma cátedra del madrileño Instituto de San
Isidro.
Siendo catedrático en el Instituto de Guadalajara Dantín
consiguió una beca de la JAE, después de varios intentos en los que había
fracasado y en los que queda patente la modificación en la orientación
científica del madrileño. En efecto, la pensión que pidió en 1909 era para
estudiar biología marina, la de 1910 para temas agrícolas, las de 1911 era para
asuntos geológicos y petrográficos y la de 1913 para investigaciones
geomorfológicas y geológicas. En este cambio de orientación tuvo mucho que ver
su maestro en el Museo de Ciencias Naturales, Hernández Pacheco.
A Dantín le fue concedida una beca de nueve meses para
estudiar “Geografía física y Geología” en Francia y Alemania, aunque no pudo ir
a este último país debido a la situación en la que se encontraba Europa. Antes
de marchar al extranjero fue comisionado por la Real Sociedad Española de
Historia Natural para participar en la expedición, de dos meses de duración,
enviada a la zona española de Marruecos. Asistiría en calidad de tesorero y
encargado, además, de la toma de datos meteorológicos y de los estudios
botánico y agrícola de las comarcas visitadas. Sobre la expedición publicó tres
libros que versaban sobre las misiones que se le encomendaron.
Desde mediados de los años veinte colaboró en el Centro de
Estudios Históricos en la Sección de Filología que dirigía Ramón Menéndez Pidal
y en la década siguiente participó en actividades de otra Sección, la de
Estudios Hispanoamericanos, en la que mandaba Américo Castro y en la que
realizó trabajos de cartografía sobre el descubrimiento del continente
americano.
Después de la Guerra Civil intervino en las actividades del
Instituto Juan Sebastián Elcano, encargado de los asuntos geográficos del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Fue amigo y compañero en numerosas excursiones de Pío Baroja y
José Ortega y Gasset, de forma que colaboró con artículos en la Revista de Occidente que fundara este
último. También escribió en el diario El Sol durante dos años (1918 y 1919);
son más de un centenar de artículos y notas bibliográficas, sobre conceptos
geográficos en general, regiones españolas, nacionalidades, cartografía,
geología, expediciones científicas, manuales geográficos, meteorología, etc.
Dantín considera la región natural como una unidad basada
en la geología y morfología del territorio y que se encuentra influida, con
intensidades diferentes, por el relieve, el clima, la flora, la fauna y el
hombre. Y, estos últimos, los seres vivos, en sus interrelaciones manifiestan,
más que el resto de factores, la fisionomía de la propia región natural.
Incorpora a su geografía los “tipos de suelos”, distribuidos en función de las
condiciones climáticas de cada región, a los que veía dinámicamente, con
un pasado, un presente y un futuro; que
se forman y modifican perennemente.
Además de los numerosos trabajos que publicó en revistas de su
especialidad, Dantín escribió, en 1916, Dry-Farming
ibérico. Cultivo de las tierras de secano en las comarcas áridas de España,
siendo pionero en nuestro país a la hora de explicar estas técnicas orientadas
a la realización de una serie de labores en el suelo con el fin de reducir la
evaporación del agua del subsuelo.
Falleció en Madrid en 1943.
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