Inocencio
María Riesco Le-Grand es una personalidad poco conocida de
Nació en
Madrid el 8 de diciembre de1810 y era hijo del militar Francisco Buenaventura
Riesco y Martín y de Rosa Le-Grand y Martí. Tenía, al menos, una hermana,
llamada Carmen. Realizó los primeros estudios en Córdoba, pero ya en 1819 se
encontraba en Zamora, donde se había dirigido la familia, para ampliar
conocimientos de humanidades. Ingresó en
Las
escasas referencias biográficas a este presbítero católico las conocemos de su
bibliografía. Así, sabemos que en 1833 era profesor de Teología y Filosofía en
el convento de San Buenaventura de la población zamorana de Puebla de Sanabria.
Como consecuencia de las leyes de exclaustración (1835) es expulsado del
convento y se traslada a Madrid con su madre, por aquel entonces viuda.
En la
capital de España asistió a las lecciones anatómicas y médicas del Colegio de
San Carlos, en el de San Isidro aprendió lenguas clásicas y en el Jardín
Botánico adquirió conocimientos de historia natural y diversas disciplinas
científicas.
A su cargo
tuvo, en la década de los treinta, la cátedra de Filosofía del Colegio de Santa
Isabel, que se había incorporado a
El
Instituto Español fue una asociación creada en Madrid por un grupo de
burgueses liberales que quería extender la educación popular de manera que con
unos precios módicos, o de balde, impartía a los obreros madrileños
conocimientos de diversa índole: primeras letras, clases para adultos, de
artesanía, educación física, “escuela de madres”, etcétera. En resumen, pretendía
la redención de la clase trabajadora a partir de la educación.
Al
iniciarse el año académico 1845-46, Riesco pronunció un discurso que da buena
prueba de su ímpetu intelectual y de sus ideas culturales. Del mismo entresaco
las siguientes palabras:
“Las ciencias y las artes jamás estorban al
hombre, sean las que se quieran las circunstancias de su vida: ellas sirven de
diversión en la juventud, de utilidad en la edad madura, y de descanso en la vejez”.
Del
fracaso del proyecto educativo que fue el Instituto Español, surgieron nuevas
iniciativas como
Riesco también
fue catedrático de Religión de
También sabemos que tuvo alguna relación con Jaime Balmes por una carta que el catalán envió a nuestro autor en respuesta a otra de Riesco en el que le comunicaba la concesión de un premio.
Publicó un gran número artículos de índole religiosa, muy especialmente en el periódico El amigo de la religión cristiano-católica y de la sociedad y, desde 1838, en El madrileño católico; también llevó a la imprenta obras religiosas, libros de texto, obras lexicográficas y muchas otras entre las que destaca su Tratado de Embriología Sagrada. Esta obra vio la luz en Madrid en el año 1848 (imprenta Greco-latina bajo la dirección del autor) y sus contenidos se encuentran divididos en dos partes: en la primera, después de una breve introducción, se interesa por aspectos tales como al alma y la animación, las diferentes especies de preñez y sus enfermedades, etcétera; en la segunda se ocupa del aborto, de la operación de cesárea, alumbramiento, el bautismo, etcétera. Además aporta un apéndice sobre las partes de la medicina y un diccionario de tecnicismos.
En el Tratado de Embriología Sagrada desea
imitar a la homónima del médico y sacerdote de Palermo Francesco Emanuele
Cangiamila (1702-1763), que apareció en italiano en 1745 y poner al día
determinados conocimientos aunque, principalmente, quiere llamar la atención del teólogo, médico y del
jurisconsulto. Fundamentalmente, el texto del sacerdote madrileño se interesa
por el embrión, el feto y el niño naciente como persona capaz del Bautismo y,
por ello, da cuenta de las obligaciones de los sacerdotes, médicos, cirujanos, matronas,
etc. respecto de las “tiernas criaturas” para que no les falte ese sacramento
cristiano.
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