Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

26 septiembre, 2023

Ciencia desde el claustro: Feijóo

 

Fray Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro Puga es un personaje fundamental de la España del siglo XVIII. Intelectual polifacético, lo tratamos en este blog por considerarle un estudioso de la ciencia y un gran divulgador de ella. No era un científico en sentido estricto, pero su respeto a la ciencia era tal que no la consideraba ni peligrosa ni el resultado de una actividad herética.

Estatua del benedictino en Oviedo

Su vida transcurrió entre su nacimiento en 1676 en Casdemiro (Orense), y su fallecimiento en  Oviedo en 1764. De familia con intereses culturales, en 1690  ingresó en el monasterio benedictino de San Julián de Samos. Después, terminó su formación en otros centros de la orden y, habiendo obtenido la licenciatura y el doctorado en  Teología por la Universidad de Oviedo, ocupó diversas cátedras hasta conseguir la de Prima.

Una de sus obras más importantes es el Teatro crítico universal o Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes (1726-1739). Son ocho tomos y un volumen de Suplemento al mismo tiempo (1740). Es una obra crítica con la que se opone a todo tipo de errores científicos o vulgares.

Esta obra tuvo su continuación en  los cinco tomos de las Cartas eruditas y curiosas (1742-1760), y en otros trabajos como la Ilustración apologética al primero y segundo tomo del Teatro crítico (1729) y la Justa repulsa de inicuas acusaciones (1749).

Son obras en las que el benedictino trata de disciplinas diversas, sean estas científicas (Matemáticas,  Astronomía, etc.) o no (Literatura, Música, etc.), con la finalidad de acercar a los lectores a las nuevos conocimientos y también para luchar contra los criterios supersticiosos de la población. Así, Feijóo estaba contra la astrología, los almanaques, y todo lo que guardaba relación con la magia y la superstición, muy marcada en la España de la época: “De buen humor estaba V. md. cuando le ocurrió inquirir mi dictamen sobre la ‘Historieta del obispo de Jaén’, de quien se cuenta que fue a Roma en una noche, caballero sobre la espalda de un diablo de alquiler. ¿Qué espera V. md. que le escriba sino chanzoneta, sobre tan ridícula patraña?”.

Primera edición de las
Cartas de Feijóo

Aunque desde el punto de vista no teológico es de formación autodidacta, es un hombre abierto a todos los conocimientos, vengan de donde vengan, y principalmente es conocedor de la cultura francesa. Ávido lector, utiliza una gran cantidad de bibliografía moderna de allende nuestras fronteras, lo que está en contra del supuesto aislamiento cultural de la España de la época ya que, además, para él debió de ser más difícil acercarse a los libros modernos al ser un hombre de claustro.

En sus obras ve necesario  la experimentación y observación directa de los fenómenos naturales de manera  que hay que estudiar la naturaleza en su sitio: “en las montañas, en los llanos, en las selvas, en los ríos, en los mares” y acepta sin reparo alguno la ciencia de Newton, de Galileo, Boyle, Duhamel, Reaumur, etc.

 Asimismo, su obra fue muy leída, con muchas ediciones e importante tiradas teniendo en cuenta el siglo y las características de sus libros. Hasta finalizar el siglo XVIII se llegaron a vender en España casi medio millón de ejemplares. Además, algunos textos se tradujeron al francés, alemán, inglés,  italiano y portugués.

Es un hombre amante de la verdad, contrario a los argumentos de autoridad (tan de aquella época o, quizá, de todos los tiempos) al que no le importa el origen de la misma y por eso en el  Teatro crítico nos cuenta que hay que alejarse de los dos extremos que impiden encontrar la verdad: “El uno es la tenaz adherencia a las máximas antiguas; el otro la indiscreta inclinación a las doctrinas nuevas”. Según Feijoo, en España somos del primer extremo y los extranjeros del segundo.

Sin embargo, su forma de pensar no le hace admitir la actitud tan propia de la Leyenda negra por la que en España no ha habido ciencia. Al contrario, Feijoo apunta un buen número de científicos de nuestro país, tanto pasados como coetáneos, esto es, defiende la existencia de una ciencia realizada por los españoles sin excluir un cierto retraso científico. De igual manera no se adscribe a los que ven un peligro en la ciencia

Primera edición del Teatro Crítico

que se hace fuera de España, lo cuales son  “unos Españoles semiestúpidos, unos ignorantes soberbios, unos charlatanes de la Literatura, unos hipócritas de Ciencia, que procuran persuadir al Mundo, que no hay más que saber, que lo que ellos saben”.

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