Fray Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro Puga es un personaje fundamental de la España del siglo XVIII. Intelectual polifacético, lo tratamos en este blog por considerarle un estudioso de la ciencia y un gran divulgador de ella. No era un científico en sentido estricto, pero su respeto a la ciencia era tal que no la consideraba ni peligrosa ni el resultado de una actividad herética.
Estatua del benedictino en Oviedo
Su vida transcurrió entre su nacimiento en 1676 en Casdemiro (Orense), y su fallecimiento en Oviedo en 1764. De familia con intereses culturales, en 1690 ingresó en el monasterio benedictino de San Julián de Samos. Después, terminó su formación en otros centros de la orden y, habiendo obtenido la licenciatura y el doctorado en Teología por la Universidad de Oviedo, ocupó diversas cátedras hasta conseguir la de Prima.
Una de sus obras más importantes es el Teatro crítico universal o Discursos varios
en todo género de materias para desengaño de errores comunes (1726-1739).
Son ocho tomos y un volumen de Suplemento
al mismo tiempo (1740). Es una obra crítica con la que se opone a todo tipo
de errores científicos o vulgares.
Esta obra tuvo su continuación en los cinco tomos de las Cartas eruditas y curiosas (1742-1760), y en otros trabajos como la
Ilustración apologética al primero y
segundo tomo del Teatro crítico (1729) y la Justa repulsa de inicuas acusaciones (1749).
Son obras en las que el benedictino
trata de disciplinas diversas, sean estas científicas (Matemáticas, Astronomía, etc.) o no (Literatura, Música,
etc.), con la finalidad de acercar a los lectores a las nuevos conocimientos y
también para luchar contra los criterios supersticiosos de la población. Así, Feijóo
estaba contra la astrología, los almanaques, y todo lo que guardaba relación
con la magia y la superstición, muy marcada en la España de la época: “De buen
humor estaba V. md. cuando le ocurrió inquirir mi dictamen sobre la ‘Historieta
del obispo de Jaén’, de quien se cuenta que fue a Roma en una noche, caballero sobre
la espalda de un diablo de alquiler. ¿Qué espera V. md. que le escriba sino
chanzoneta, sobre tan ridícula patraña?”.Primera edición de las
Cartas de Feijóo
Aunque desde el punto de vista no
teológico es de formación autodidacta, es un hombre abierto a todos los
conocimientos, vengan de donde vengan, y principalmente es conocedor de la
cultura francesa. Ávido lector, utiliza una gran cantidad de bibliografía moderna
de allende nuestras fronteras, lo que está en contra del supuesto aislamiento
cultural de la España de la época ya que, además, para él debió de ser más
difícil acercarse a los libros modernos al ser un hombre de claustro.
En sus obras ve necesario la experimentación y observación directa de
los fenómenos naturales de manera que
hay que estudiar la naturaleza en su sitio: “en las montañas, en los llanos, en
las selvas, en los ríos, en los mares” y acepta sin reparo alguno la ciencia de
Newton, de Galileo, Boyle, Duhamel, Reaumur, etc.
Asimismo,
su obra fue muy leída, con muchas ediciones e importante tiradas teniendo en
cuenta el siglo y las características de sus libros. Hasta finalizar el siglo
XVIII se llegaron a vender en España casi medio millón de ejemplares. Además, algunos
textos se tradujeron al francés, alemán, inglés, italiano y portugués.
Es un hombre amante de la verdad, contrario
a los argumentos de autoridad (tan de aquella época o, quizá, de todos los
tiempos) al que no le importa el origen de la misma y por eso en el Teatro
crítico nos cuenta que hay que alejarse de los dos extremos que impiden
encontrar la verdad: “El uno es la tenaz adherencia a las máximas antiguas; el
otro la indiscreta inclinación a las doctrinas nuevas”. Según Feijoo, en España
somos del primer extremo y los extranjeros del segundo.
Sin embargo, su forma de pensar no le
hace admitir la actitud tan propia de la Leyenda negra por la que en España no
ha habido ciencia. Al contrario, Feijoo apunta un buen número de científicos de
nuestro país, tanto pasados como coetáneos, esto es, defiende la existencia de una
ciencia realizada por los españoles sin excluir un cierto retraso científico.
De igual manera no se adscribe a los que ven un peligro en la cienciaPrimera edición del Teatro Crítico
que se
hace fuera de España, lo cuales son “unos
Españoles semiestúpidos, unos ignorantes soberbios, unos charlatanes de la
Literatura, unos hipócritas de Ciencia, que procuran persuadir al Mundo, que no
hay más que saber, que lo que ellos saben”.
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