Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

26 noviembre, 2023

Españoles en la Expedición geodésica al virreinato del Perú

 

En el primer tercio del siglo XVIII es aceptado por todo el mundo que la Tierra es un planeta, más o menos esférico, que gira sobre su eje y también lo hace alrededor del Sol. Sin embargo, se discute científicamente si está achatada en los polos o en el ecuador, es decir, hay dos teorías sobre la forma del globo.

Giovanni Domenico Cassini (1625-1712), que había nacido en la península itálica, se hizo ciudadano francés (también se le conoce como Jean-Dominique Cassini) y fue nombrado, por Luis XIV, director del Observatorio de París y miembro de la Academia de Ciencias. Él y su hijo Jacques realizaron mediciones geodésicas sobre un arco de 8° 30' entre París y Colliure y llegaron a la conclusión de que la Tierra  era un elipsoide alargado en el sentido del eje de rotación,  esto es, alargada en los polos. Esta forma terrestre  era también defendida por René Descartes (1596-1650). 

Isaac Newton

Todo esto era contrario a lo demostrado por  Isaac Newton (1643-1727) que, en su Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, afirmaba que el globo terrestre era un esferoide achatado en los polos.

Es decir, se había establecido una pugna entre los cartesianos, defensores de la forma de melón de la Tierra, y los newtonianos, partidarios de considerar a nuestro planeta como una sandía. O lo que era muy importante, entre los científicos franceses y los británicos.

Al iniciarse 1734, la parisina Academia de Ciencias decide resolver el debate planteado. La resolución del problema, conocer cómo era exactamente nuestro planeta, era importante ya que aumentaría la precisión de los diferentes cálculos a la hora de confeccionar los mapas y mejorar la navegación; además, incrementaría el dominio de Francia en los océanos.

Así las cosas,  la Academia de Ciencias de París decide medir la longitud del arco de un grado del meridiano y aclarar la cuestión de la figura de la Tierra. Se organiza, de esta manera, la que fue la primera expedición estrictamente científica en el mundo. El director de la misma, el matemático Louis Godin, propone la creación de una misión geodésica al Perú, al entonces virreinato del Perú, de la Corona española, concretamente al territorio que actualmente es Ecuador.   A Luis XV la expedición le pareció correcta y la financió.

¿Por qué se eligió ese territorio americano? Hubo, principalmente, dos razones: Perú era la única región terrestre conocida y accesible cerca del ecuador y el padre del monarca francés era abuelo del entonces rey español (Felipe V).

Los expedicionarios de Francia eran diez y entre ellos había importantes científicos, grandes personajes de la ciencia de su tiempo: los astrónomos y matemáticos Louis Godin (1704-1760) y Pierre Bouguer (1698-1758), el naturalista y geógrafo Charles-Marie de La Condamine (1701-1774), el botánico y médico Bernard de Jussieu (1699-1777) y otros. Hay que resaltar que cuando La Condamine  regresó a su país consiguió ser el gran “protagonista” de la expedición de forma que hoy es más conocida como  “Expedición de La Condamine”.

Luis XV solicita permiso a la Corona de España para realizar los trabajos necesarios en el virreinato español y el rey español acepta pero pone una condición: que en ella intervengan españoles, lo que es rápidamente aprobado.

Los dos españoles elegidos para la expedición fueron dos jovencísimos guardiamarinas, de 23 y 20 años respectivamente: Jorge Juan y Santacilia (1713-1773), nacido en Novelda,  y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guira (1716-1795), sevillano. Para que no llamaran la atención de  sus colegas extranjeros, ambos fueron ascendidos de golpe cuatro grados, hasta el de teniente de navío.

La parte francesa de la expedición zarpa el 16 de mayo de 1735  del puerto de  La Rochelle a bordo del Portefaix. El 26 de mayo salen de Cádiz Jorge Juan y Antonio de Ulloa en dos navíos: El Conquistador y en la fragata Incendio respectivamente. El 7 de julio llegan a Cartagena de Indias los españoles y hasta noviembre no lo hacen los franceses. 

La expedición franco-española atraviesa el istmo de Panamá en Porto Belo y termina en Guayaquil siguiendo siempre los criterios del director Godin. Hay que subir desde la ciudad portuaria  hasta Quito, población que se localiza a más de 2.800 metros, con mulas cargadas con materiales científicos y personales de los expedicionarios y soportando los sufrimientos de la altura. En junio de 1736 llegan a Quito, un año después de la salida de Europa.

Había que medir distancias en la superficie terrestre y realizar observaciones astronómicas. Se hicieron dos equipos para contrastar los resultados: uno estuvo formado por Condamine, Bouguer y Ulloa; otro por Godin y Jorge Juan.

El grado de meridiano en Quito se midió con triangulaciones en el llano y en la montaña. Ambos grupos realizaron sus medidas que, posteriormente fueron cotejadas.

Sin embargo, la expedición fue un fracaso por razones económicas (muy costosa para la labor que se realizó), por las malas relaciones que se dieron entre los miembros de la misma y los habitantes de la región y por los resultados científicos. La razón  de estos últimos se encuentra en un trabajo paralelo también organizado por la Academia de Ciencias francesa. 

Observaciones de Jorge Juan y Ulloa 

En efecto, organizada también por esa institución, se realizó otra expedición en la que intervino Maupertius, partidario de Newton. En 1736, el matemático y astrónomo Pierre-Louis Moreau de Maupertuis (1698-1759) marchó a Laponia (Finlandia) para medir la longitud de un grado de meridiano a 76 grados de latitud norte, entre las localidades de Kittis y Tornea. Había que ir a ese territorio, entonces sueco, y pedir permiso al rey que aprobó los trabajos aunque no se interesó ni por la temática ni por las posibles intenciones de los franceses. En esta segunda expedición, además de Maupertuis, participaron el matemático Alexis Claude Clairaut (1713-1765), el astrónomo Pierre Charles Le Monnier (1715-1799), el matemático Charles Etienne Louis Camus (1699-1768), el astrónomo Anders Celsius (1701-1744) y otros hombres de ciencia. Las mediciones se realizaron entre 1736 y 1737.

En el territorio suramericano se comunicó a los expedicionarios que los viajeros que fueron a Laponia habían descubierto que el grado era mayor cerca de los polos, lo que demostraba las tesis de Newton y contrastaba con las mediciones que se habían realizado en territorio francés. En definitiva, el “newtonismo” se había impuesto al “cartesianismo” y la Tierra tenía 43 kilómetros más en el ecuador que de norte a sur, esto es, estaba achatada en los polos. La ciencia británica se había impuesto a la francesa. 

A pesar del fracaso expedicionario se produjo un éxito “colateral”. Una vez terminada la expedición, Pierre Bouguer continuó trabajando en el territorio americano en su ya iniciado Traité du Navire, de sa construction, et de ses mouvements, una obra pionera de la ingeniería naval por utilizar modelos matemáticos en la construcción de los navíos.

¿Y los españoles? Aunque Ulloa y Jorge Juan cuando se incorporaron a la expedición eran inexpertos en los asuntos topográficos y geodésicos, su buen hacer fue fundamental para conseguir los resultados que se obtuvieron y así les fue reconocido por todos los expedicionarios. Jorge Juan y Ulloa formaron parte de las instituciones científicas más importantes de la Europa ilustrada.

Durante el tiempo que estuvieron en el virreinato del Perú (1736-1743), los científicos españoles, además de realizar las mediciones características de la expedición, efectuaron otras de índole diversa: meteorológica, barométrica, etc. que vieron la luz en dos magníficos  textos que aparecieron en 1748 y que fueron promocionados por el Marqués de la Ensenada: Observaciones Astronómicas y Físicas, hechas de orden de S. Mag. en los Reinos del Perú por...., y Relacion histórica del viage a la América meridional hecho de orden de S. Mag. para medir algunos grados de meridiano terrestre...

 

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