Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

16 diciembre, 2023

Una calculadora española del siglo XIX

 El gallego Ramón Silvestre Verea de Aguiar y García, o simplemente Ramón Verea, es una personalidad desconocida en el panorama cultural español. Nació en 1833 en la localidad pontevedresa de La Estrada, en la aldea de San Miguel de Curantes.

Después de iniciar la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela (que abandonó), estudió en el Seminario Conciliar de la citada localidad gallega (1848-1854), de donde fue expulsado por sus ideas contrarias a la fe católica.

Con veintidós años se fue a Cuba, donde trabajó como maestro en diferentes poblaciones y en Colón (en la actual provincia de Matanzas), además del magisterio, ejerció como periodista en el periódico Progreso, diario del que llegó a ser director en 1862.

En 1865, terminada la Guerra de Secesión, marchó a Nueva York con una patente que era un artilugio para plegar periódicos. Vendió la patente y trabajó como profesor de español, también de traductor y de viajante de maquinaria.

Regresó, dos años más tarde, a La Habana y después de ocho años marchó de nuevo a la ciudad norteamericana, donde en 1875 estableció la Agencia Industrial para la Compra de Maquinaría y Efectos de Moderna Invención. Asimismo volvió e ejercer de periodista y en 1877 fue director de El Cronista,  primer diario editado en español en esa nación norteamericana. Fue entonces, en 1878, cuando patentó una máquina para calcular las equivalencias entre oro, dinero y divisas: la Verea Direct Multipler, un aparato mecánico de hierro y acero amarillo, de 26 kilos de peso, que permitía  realizar las cuatro operaciones aritméticas (con nueve dígitos) a gran velocidad para la época; un artilugio que podía sumar, restar, multiplicar y dividir cifras de nueve dígitos. En 20 segundos era capaz de resolver la multiplicación de 698.543.721 por 807.689.

Una imagen de la máquina en la patente

Con ella obtuvo el primer premio en la Exposición Mundial de Inventos celebrada en la localidad  en Matanzas (Cuba). Fue, en su tiempo, la calculadora más veloz y potente y se publicó un artículo sobre ella en la revista Scientific American. Además, influyó en otras calculadoras mecánicas de multiplicación directa. En el primer número de El Progreso, prensa que se comentará más adelante, hay un artículo que versa sobre “La máquina de calcular. Informe de la comisión y dictamen del jurado de la exposición de Matanzas”, firmado en Matanzas el 20 de mayo de 1880 (cuando se presentó a la Exposición Mundial de Inventos) por el secretario del jurado B. Bordas, en la que se puede leer:

“Vista y examinada la máquina de referencia como los varios informes que de la misma han salido a la luz pública en un crecido número de periódicos así nacionales como extranjeros, y perfectamente acordes en cuanto estos opinan en los susodichos informes, no podemos menos de declarar: que la invención del señor Verea no solo es útil hasta lo sumo en cuanto a lo que su aplicación se refiere, si que también maravillosa en grado superlativo, adjetivo con que la califica el Herald, periódico no dado a emitir tales especies, aun a la vista de los más notables inventos modernos. El aparato calculador del Sr. Verea es el bello ideal tratándose de máquinas de índole análoga a la de la suya, pues que  hace pensar, digámoslo así, al hierro, al acero y metal amarillo, elementos de la misma y materias con las que dicho Señor ha construido un cerebro metálico; podemos llamar verdaderamente creadora a la inteligencia del Sr. Verea dado su incomparable invento, pues que nada semejante a este hase visto hasta el día por su incontestable utilidad práctica. [...]”

Registro de la máquina de Verea

Asombrosamente, Verea no valoró  la comercialización de la Verea Direct Multipler y así,  en una entrevista en el Herald dijo: Solo me movía el afán de contribuir con algo al avance de la ciencia y un poco de amor propio. Yo soy un periodista y no un científico y, además, lo que yo pretendía demostrar… ya está demostrado”. En la actualidad, la calculadora de Verea es propiedad de IBM.

Verea, en un artículo de 1 de abril de 1881, aparecido en Las Novedades, explicaba que “Mi objeto al emprender una invención a primera vista imposible no fue la esperanza de reembolsar jamás ni una parte de los varios miles de pesos que he gastado; ni será tampoco con la celebridad que otros por menos adquirieron, y que yo no ambiciono; mis móviles fueron: 1) un poco de amor propio; 2) mucho de amor nacional, el deseo de probar que en genio inventivo un español puede dejar atrás a las eminencias de las naciones más cultas; 3) el afán innato de contribuir con algo al adelanto de la ciencia; y

4) y último, un entretenimiento conforme a mis gustos e inclinaciones.”

Aunque regresó a Galicia, donde permaneció un tiempo, volvió a Nueva York donde creó su imprenta, El Polígloto, en la que creó y publicó el quincenario, ya citado, El Progreso, donde aparecieron, entre otros, artículos de divulgación científica y técnica. El subtítulo de la obra era Revista mensual ilustrada. De todos los conocimientos humanos. En el primer número de la publicación, de enero de 1884, se daba cuenta de su razón de ser:

“El objeto principal de EL PROGRESO es dar a conocer en español lo principal que se publique en idiomas extranjeros, especialmente lo que se refiere a invenciones y adelantos en Mecánica, Industrias, Artes, etc. La Política, la Medicina, la Filosofía y la Religión tendrán también sus secciones correspondientes”.

En 1895 escribió en El Progreso un artículo contra el intervencionismo estadounidense en la América española y marchó a Guatemala primero y dos años más tarde a Buenos Aires. En esta ciudad argentina falleció de un problema pulmonar en 1899.
Cabecera de El Progreso


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