Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

02 diciembre, 2024

Partos en la corte de Felipe II, el caso de Isabel de Valois

 

La tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, era la hija mayor de Enrique II de Francia y de Catalina de Médicis. Vino al mundo el 2 de abril de1546 en la localidad francesa de Fontainebleau.

Después de la batalla de San Quintín (1557), en la que las tropas españolas vencieron a las francesas, se buscó sellar la paz con una alianza hispano-gala y las circunstancias llevaron a que Felipe II, viudo de María Tudor un año más tarde, contrajera matrimonio con la desde entonces conocida como “Isabel de la Paz”. La boda que se celebró por poderes en junio de 1559 en la catedral de Notre Dame. 

Isabel de Valois (Anónimo)

No obstante, la nueva reina no vino a España hasta noviembre porque el rey francés falleció en un accidente que se produjo en una justa y sus exequias retrasaron la venida de Isabel. Tenía 13 años y medio, esto es, 20 años menos que su esposo.

Esta circunstancia no debe sorprendernos porque estos matrimonios eran una forma de garantizar la sucesión, ya que cuanto más jóvenes fueran las esposas, durante más tiempo podrían quedar embarazas por lo que, debido a la enorme mortalidad infantil, se facilitaría la descendencia.

Evidentemente, en el caso que nos ocupa, Isabel tenía una edad muy poco propicia para quedar embarazada, entre otras poderosas razones porque no había tenido la menarquia, o lo que es igual, en el lenguaje de la época: no le había “venido la camisa”. Así que durante poco más de un año, a pesar de los deseos del rey, el matrimonio no se consumó.

 La primera menstruación se produjo, al menos oficialmente, el 11 de agosto de 1561, algo más tarde de lo habitual y el pueblo de Madrid, donde ya se había instalado la corte, recibió alborozado la noticia.

Por fin, en la primavera de 1564 Isabel quedó encinta, pero desgraciadamente el embarazo se malogró porque fue tratada de una forma aberrante, durante varias semanas, de unas alteraciones fisiológicas que no son infrecuentes en las preñadas: dolores de cabeza, náuseas, vómitos. etc. Aunque, como ya se ha comentado en otra entrada de este blog, en 1541 se había publicado en España una obra de Damián Carbón Malferit (¿-1542) titulada Libro del arte de las comadres, madrinas y del regimiento de las preñadas y paridas y de los niños — la primera obra ginecológica en español para instruir en el parto—, en la que se desaconsejaban las sangrías a las preñadas, los médicos que se ocuparon del embarazo de Isabel la sangraron varias veces. 

Libro del arte de las comadres

Catalina de Médicis, que desconfiaba de los galenos de la Corte de Felipe II, envió desde Francia al doctor Vicent Montguyon para que atendiera a su hija; como las sangrías no tenían el resultado apetecido, al francés se le ocurrió darle un purgante basado en una infusión de agárico diluido en aceite rosado. El agárico es un hongo que científicamente se denomina Polyporus officinalis.

En el momento en que la pócima se administró, la sintomatología desapareció y se produjo un aborto; era el quinto mes del embarazo.

Con el fin de solventar sus problemas de infertilidad, se recurrió a la intercesión de San Eugenio de Toledo (mártir y primer arzobispo de Toledo), detalle que explica que a la nueva hija de la reina, nacida el 12 de agosto de 1566, se la bautizara con el nombre de Isabel Clara Eugenia. Asimismo, desde París, fue enviado a la Corte española un bebedizo con el fin de facilitar el parto. El embarazo había sido normal y el alumbramiento fue tan fácil que la propia reina dijo: “Gracias a Dios el parir no es tan trabajoso como yo creía”.

La reina “necesitaba” la ayuda de algunas amas de cría y para ello se seleccionaron tres, entre cincuenta candidatas, que debían poseer un “porte bastante honesto y no tuvieran antepasados ni judíos ni moros”.

Isabel volvió a quedar embarazada, pero no la asistió el doctor Montguyon por la sencilla razón de que había fallecido. El caso es que el 10 de octubre de 1567 nació la segunda hija de los reyes: Catalina Micaela. Esta infanta sólo tuvo un ama de cría durante casi dos años, María de Messa, a la que se remuneró espléndidamente con “cien mil maravedíes de por vida”.

Las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela
(Alonso Sánchez Coello )
De nuevo quedó encinta Isabel, pero con signos externos peligrosos, semejantes a los de su primer embarazo. Para evitar un aborto se le dieron diversas pócimas y se llevaron a sus aposentos los más diversos amuletos, algo usual en la ginecología de la época. Sin embargo, de nada sirvieron pues el 3 de octubre de 1568 expulsó vivo un feto hembra, al que se le dio el bautismo de socorro y murió en pocos minutos. Además, también falleció la madre y el que fuera Secretario de Estado de Felipe II, Gabriel de Zayas escribió:  a las diez y media, yendo de mal en peor, vino a mal parir una niña, que estaba viva cuando salía del vientre, y allí recibió el agua del Sancto Bautismo. Parescía de cinco meses, poco menos. Después, no pudiendo la Reina echar las pares [placenta], dio el alma a Dios Nuestro Señor, cristianísimamente; y con tan grande y entero juicio, como si no estuviera enferma; y tan quietamente, como si quedara dormida de algún suave sueño”.

 

 

 

 


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