El leonés, nacido en Ponferrada, Celso Arévalo Carretero (1885-1944) puede ser considerado como uno de los más firmes impulsores de la ciencia ecológica hispana. Arévalo crea en Valencia, en 1912, en el Instituto General y Técnico, en el que ejercía como catedrático de Historia Natural, la primera institución científica de nuestro país dedicada al estudio de la vida en las aguas dulces: el Laboratorio de Hidrobiología Española.
La Primera Guerra Mundial hizo que algunos investigadores extranjeros recalaran en el laboratorio valenciano: el ictiólogo Alfonso Gandolfi, el malacólogo Fritz Haas y el especialista en ácaros acuáticos Karl Viets. Los tres escribieron artículos en los Anales del Instituto valenciano, revista que iba a ser la voz científica de los primeros investigadores españoles que trabajaron en el laboratorio.
Karl Viets mantuvo una buena relación científica con Celso Arévalo y en 1918 dedicó al catedrático del Instituto valenciano una especie de ácaro acuático, al que denominó Limnesia arevaloi, en un artículo titulado “Eine neue Limnesia-Species” que fue publicado en Zoologischer Anzeiger.
Después, en la capital de España, donde se traslada como catedrático del Instituto Cardenal Cisneros (1918), Arévalo consigue que el Laboratorio valenciano sea incorporado a la Sección de Hidrobiología, creada por él en la sede del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Arévalo es nombrado Jefe de la citada Sección
Creo necesario resaltar que la publicación, de 1923, titulada: “Algunas consideraciones sobre la variación temporal del plankton en aguas de Madrid” ha sido considerada muy significativa en el ámbito científico español ya que es una de las primeras veces en las que “una investigación original netamente y, digamos, modernamente ecológica, constituye el tema central de una monografía científica” (Casado de Otaola).
En 1929 la editorial Labor publica su obra más significativa, auténtico resumen de su labor investigadora en el campo de la limnología: La vida en las aguas dulces. Con una finalidad claramente didáctica, esta obra de divulgación científica fue un destacado intento de despertar el interés hacia estos conocimientos ecológicos. El Prólogo de la obra, en la que Celso Arévalo se considera, con razón, fundador y promotor de la hidrobiología española, muestra la finalidad de la misma, la situación de la limnología en nuestro país y el resquemor del autor por la escasa consideración que tuvo su labor.
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