En el siglo XVI los hospitales del Monasterio de Guadalupe fueron lugares de formación anatómica de primera magnitud. Así, en ellos se realizaron disecciones de manera que la escuela de cirugía llegó a ser una de las primeras instituciones donde se impartió enseñanza clínica. En estos hospitales extremeños se formaron o ampliaron conocimientos personalidades como Francisco Arceo, considerado como una de las glorias de la medicina española del siglo XVI.
Hasta el año 1510, había principalmente monjes jerónimos especiales que se denominaban “legos de corona” que no podían recibir órdenes, ni mayores ni menores. Esta condición les fue impuesta por los papas para ejercer la medicina y la cirugía. Trabajaban también profesionales seglares, algunos de reconocido prestigio como Nicolás de Soto y Juan de Guadalupe, médicos ambos de la cámara regia.
Ssólo había dedicación asistencial en los Hospitales de San Juan, en el de las mujeres y en el de la Pasión , además de las enfermerías de monjes y la de nobles.
Aneja a los hospitales había una botica de la que se abastecían los médicos; un jardín botánico mandado construir al iniciarse el siglo XVI por el entonces prior del monasterio, Diego de Villalón, con el objeto de cultivar muchas de las especies vegetales que habían de utilizarse en la botica. También existía una excelente biblioteca con textos de Galeno, Avicena, Averroes, Guy de Chaulliac, etc, un material quirúrgico con “giringas” para administrar enemas; “martillos”, “tenazas de abucasis”, etc. para extraer flechas, “ventosas” para sangrías, “limas y limitas pa aserrar dientes con cabos de marfil y negros”, “serrecitas pa aserrar uesos”, trépanos, “agujas pa coser llagas”, conjuntos instrumentales para intervenciones fetotómicas y de legrado uterino, etc.
En el hospital de la Pasión o “de las bubas” los enfermos del “mal gálico” (sífilis) se tratan principalmente con el mercurio procedente de Almadén. El caso es que la terapéutica que se aplica en este centro da buenos resultados en el tratamiento de esa enfermedad venérea, lo que prestigió a Guadalupe.
En la segunda mitad del siglo XVII Diego Antonio de Robledo llegó a ser médico principal del Monasterio, regente de la cátedra de Cirugía y autor de un Compendio quirúrgico, útil y provechoso a sus profesores (1686); años después, avanzada la decimooctava centuria el que fuera médico de cámara regio, Francisco Sanz de Dios Guadalupe, lo fue de estos hospitales y publicó Medicina práctica de Guadalupe (1873).
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