Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

27 septiembre, 2013

Roberto Nóvoa Santos

El 6 de julio de 1885 nacía en La Coruña Roberto Nóvoa Santos. Siempre destacó como buen estudiante: finalizó el Bachillerato y la carrera de Medicina con Premio Extraordinario.  Pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), en 1911 marchó a Francia, Austria y Alemania para ampliar conocimientos de fisiología y patología. Ese mismo año defendió su tesis doctoral.
A partir de 1911 se orienta profesionalmente hacia la Universidad: ese año obtiene la plaza de Profesor Auxiliar de Patología General en la Facultad de Medicina de Santiago y en 1912 la cátedra de la misma especialidad en ese centro docente, en el que estuvo hasta 1927; después, animado por Gregorio Marañón, que desea verle en la capital, obtiene la cátedra homónima de la Facultad de Medicina de Madrid, que ocupa hasta su fallecimiento. Marañón decía de él que era “el verbo más neto y más emotivo que escuchó la Universidad española". 

En verano de 1933 se le detecta un cáncer gástrico y es llevado a su residencia de Santiago, donde desea pasar la convalecencia. Fallece en esta ciudad el 9 de diciembre de ese año.
Se interesó por la diabetes y su tratamiento desde 1924, año en el que publica el trabajo “Activación de la secreción de insulina”; en esta investigación, realizada en conejos, comprueba (por primera vez para la ciencia) el efecto hipoglucemiante de la secretina (hormona gastrointestinal), datos que corrobora en personas. El resultado del médico gallego es claro: “La inyección de secretina duodenal activa la secreción insular pancreática, produciendo un efecto análogo al de la insulina”.  Nóvoa realizó otras investigaciones sobre el asunto que aparecieron en diferentes artículos en prestigiosas revistas de la especialidad desde 1925 a 1931. Aunque este mérito se le suele asignar al belga La Barré, los trabajos de éste salieron a la luz en 1933.
A lo largo de su corta vida publicó casi 250 artículos de patología, psicología, estética, antropología, etc. en revistas médicas, generalmente españolas, aunque también aparecieron algunos de sus trabajos en revistas científicas extrajeras.

Su obra más importante desde el punto de vista médico es el Manual de Patología General, que alcanzó ocho ediciones y que fue un texto de consulta obligada por los estudiantes de Medicina desde 1916, año de la primera edición, hasta mediados de los años 50.
Se interesó por la política: en su juventud escribió artículos para varias revistas anarquistas con el pseudónimo Pedro Novoakow. Después fue diputado en la Diputación de la Coruña durante la Dictadura de Primo de Rivera y, en 1931, en las Cortes Constituyentes como miembro de la Federación Republicana Gallega en La Coruña. 
En el Parlamento nacional se opuso a Clara Campoamor en relación con el voto femenino aportando “argumentos” biológicos. No en vano, en 1908 había escrito una obra titulada La indigencia espiritual del sexo femenino en la que se podía leer en el prólogo que la mujer “presenta las pruebas anatómicas, psicológicas y fisiológicas de pobreza mental”.

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