En
el siglo XVI, en 1551, se edita en Valladolid un libro fundamental en la
historia de la ciencia española: Libro de la anothomia del hombre. El primer libro escrito es castellano sobre
este asunto.
De su autor, Bernardino Montaña de
Monserrate (ca.1480-1558), tenemos noticias vagas: probablemente nació en
Barcelona y estudió en Francia o Italia. No obstante, sabemos con seguridad que
residió en la ciudad de Valladolid, que fue catedrático de Anatomía de su
Universidad y que estaba en la ciudad del Pisuerga porque era médico del
emperador Carlos V desde 1537.
También sabemos que escribió el libro a edad
avanzada y que estando enfermo de gota asistió en silla de manos a las
lecciones de Alonso Rodríguez de Guevara (ca.1520-1587),
cirujano que fue el introductor de la
disección en las aulas de la Universidad castellana. Eran tiempos en los que la
cirugía y la anatomía estaban “independizadas”.
Montaña
de Monserrate fue el primer español que escribió un libro de anatomía humana en
una lengua romance, ya que desea que su obra sirva a los demás. Se queja
amargamente del tiempo que pierden los médicos en discusiones lingüísticas
(algo que no era cierto en la mayor parte de los casos, ya que la calidad del
latín de nuestros profesionales dejaba mucho que desear) y poco en la ciencia:
"He holgado de escribir este libro en romance, porque muchos cirujanos y
otros hombres discretos que solo saben latín, se querrán aprovechar de leerlo y
también porque hallo que en este tiempo los médicos están tan aficionados al
latín, que todo su pensamiento emplean en la lengua y lo que hace al caso que
es la doctrina, no tienen más pensamiento dello que si no la leyesen".
En
la portada del libro se lee que es “muy útil y necesario a los médicos y
cirujanos que quieren ser perfectos en su arte, y apacible a los hombres
discretos que huelgan de saber los secretos de la naturaleza. En el cual libro
se trata de la fábrica y compostura del hombre, y de la manera que se engendra
y nace, y de las causas por las que necesariamente muere…”
El
libro tiene dos partes perfectamente delimitadas: una primera parte que es una
anatomía medieval: la de los miembros, cabeza, espinazo, rostro, cuello, etc.;
y una segunda en la que se ocupa de la generación y la muerte del hombre, en un
coloquio que tiene con el marqués de Mondéjar, esto es, Luis Hurtado de Mendoza
(1489-1566), personaje al que dedica el libro.
Al final de este Libro
de la anothomia del hombre hay unas pocas imágenes, de cierto sabor naïf, que tienen el encanto de las
descripciones de un sencillo anatomista.
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