Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

11 diciembre, 2014

Una reivindicación científica

Uno de los mejores divulgadores científicos del siglo XVIII español, Fray Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764) fue autor de obras de gran influencia en el pensamiento español de esa época y de años posteriores. En concreto: el Teatro Crítico Universal y las Cartas eruditas y curiosas. Son textos de divulgación que alteran, en buena medida, la vida cultural española y que crean un ambiente de defensa de la ciencia contra la superstición. Muchos años después de su fallecimiento, la celda del benedictino llegó a ser un lugar de visita obligada de los forasteros importantes.

Feijóo  reivindicó el descubrimiento de la circulación de la sangre para un albéitar español del siglo XVI, Francisco de la Reina.
 Y lo hace en sus Cartas eruditas y curiosas (1742-1760), tomo tercero (1750):
“Rmo. P. M.
1. Amigo, y Señor: Raro es el Fenómeno literario, que V. Rma. me comunica, y no menos curioso, que raro. ¿Qué es posible, que un Albeitar Español haya sido el primer descubridor de la circulación de la Sangre? Parece que no hay que dudar en ello. Escríbeme V. Rma. que un Amigo suyo tiene un libro de Albeitería, su Autor el Albeitar Francisco de la Reina, impreso en Burgos en casa de Felipe de la Junta el año de 1564, y él mismo [315] vio otro semejante en la Biblioteca Regia, que sin embargo es libro raro, y acaso no habrá en España más ejemplares, que los dos expresados. Remíteme, pues, V. Rma. copiado un pasaje del capítulo 94 de dicho libro, tan claro, tan decisivo en orden a la circulación de la sangre, que hace evidente, que el expresado Reina la conoció. Aquella cláusula suya: Por manera, que la sangre anda en torno, y en rueda por todos los miembros, excluye toda duda.
2. Veamos ahora si este hombre fue el primero que penetró este precioso movimiento, de que pende absolutamente la vida animal. El Inglés Guillermo Harveo se levantó con la fama de dicho descubrimiento a los principios, o poco después de los principios del siglo pasado, de modo, que por algún tiempo a nadie vino el pensamiento de que otro le hubiese precedido en el conocimiento de la circulación. Pero la precedencia de nuestro Albéitar, respecto del Médico Inglés, es notoria: imprimióse el libro del Albéitar el año de 1564. Harveo murió el año de 1657 en la edad de ochenta años. Con que estaba impreso el libro del Albéitar algunos años antes que naciese Harveo.
3. No sé si muerto ya Harveo, o antes de su muerte, uno, u otro Médico echaron la especie de que el famoso Servita Pedro Pablo Sarpi, bien conocido por su satírica Historia del Concilio Tridentino, antes que Harveo había descubierto la circulación de la sangre; y esta noticia hizo bastante fortuna en la República Literaria. Este Religioso, según Moreri, nació el año de 1552, doce años antes que se imprimiese, en Burgos el libro del Albéitar la Reina. Nadie soñara, que un niño Veneciano, antes de llegar a la edad de doce años, supiese tanta Anatomía, que por ella pudiese rastrear el movimiento circular de la sangre; porque en efecto el Sarpi, según se dice, por una delicada observación anatómica arribó a este conocimiento. Y sobre ese era menester dar antes de los doce años algún tiempo para que la noticia pudiese venir a España. [316]
4. Otros pensaron hallar la noticia de la circulación en Andrés Cesalpino, famoso Médico Italiano, que fue algo anterior al Servita. No era a la verdad repugnante, supuesto el hallazgo de la circulación por Cesalpino, que de él viniese a España la noticia, antes que nuestro Albéitar escribiese de ella; pues echada la cuenta, el año de 1564, que fue el de la edición de su libro en Burgos, ya Andrés Cesalpino tenía algo más de cuarenta años. Pero esto nada obsta para que a nuestro Albéitar se adjudique la primacía del invento. Lo primero, porque los mismos que atribuyen esta gloria a Cesalpino, ponen por data de su descubrimiento el año de 1593; esto es, veinte y nueve años después de la edición del libro del Albéitar. Lo segundo, porque aun cuando fuese la invención de Cesalpino anterior a la edición de este libro, ¿quién creerá, que ocultándose a todos los Médicos, que entonces había en España, pues ninguno se halla, que toque el punto, sólo a un Albéitar llegase la noticia? Lo tercero, porque el pasaje de Cesalpino, de donde se quiere inferir, que conoció la circulación, necesita de que la buena intención del que le lee ayude mucho la letra para hallar en él lo que pretende. (…)”

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