La producción científica española de la segunda mitad del siglo XVIII vivía una época de esplendor, principalmente en especialidades como la historia natural, la química y la medicina y daba la impresión de que nuestro país parecía en buen camino para convertirse en protagonista de la ciencia contemporánea.
El 10 de mayo de 1776, José de Gálvez, ministro de Indias, da desde la Península una Instrucción dirigida a los virreyes de Perú, Nueva España y Santa Fe, gobernadores de Filipinas, Yucatán, Chile, Habana, Buenos Aires, Caracas, Margarita, Trinidad, Santo Domingo, Puerto Rico, Luisiana, Panamá, Paraguay, Tucumán y de las Malvinas, presidentes de las Reales Audiencias de Quito, Charcas y Guatemala y al Comandante de la Guayana. Esta Instrucción guarda relación con la expedición científica a Chile y Perú (realizada por Hipólito Ruiz y José Pavón) pero en ella se muestra claramente la situación cultural que vive nuestro país:
“El Rey ha establecido en Madrid un Gabinete de Historia Natural en que se reúnan no sólo los Animales, Vegetales, Minerales, Piedras raras y cuanto produce la Naturaleza en los vastos dominios de S. M., sino también todo lo que sea posible adquirir de los extraños. Para completar y enriquecer las series del Real Museo en cada una de sus clases, conviene que los sujetos que mandan en la Provincias y Pueblos de los Reinos Españoles, cuiden ahora y en lo sucesivo de recoger y dirigir para el Gabinete de Historia Natural las piezas curiosas que se encuentren en los distritos de su mando (...)”
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