Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

02 diciembre, 2011

Científicos y catedráticos de Instituto

En la década de los 40 del siglo XIX, el gran impulso dado por el que fuera académico de la Española, y de la de Bellas Artes, Antonio Gil y Zárate (1793-1861) hizo que se crearan los Institutos de Bachillerato, hoy conocidos con el nombre de Institutos de Enseñanza Secundaria. En efecto, por un Real Decreto del 17 de septiembre de 1845 del político Pedro José Pidal, se creaban en España los Institutos Provinciales de Segunda Enseñanza.

En 1857, con la Ley Moyano, que divide la enseñanza en tres niveles: primario, medio y superior, estos centros de formación se integran en el sistema educativo estatal. Hasta bien entrado el siglo XX había un Instituto de Segunda Enseñanza en cada capital de provincia, excepción hecha de Madrid que poseía dos: el del Noviciado, más tarde denominado del Cardenal Cisneros y el de San Isidro. Además, los centros privados, escasísimos hasta 1880, se adscribían a los Institutos Provinciales y en éstos se examinaban los alumnos de acuerdo con los programas oficiales. En 1900 los Institutos Provinciales cambiaron su denominación por la de Institutos Generales y Técnicos y en 1924 volvieron a mudar de nombre y pasaron a designarse Institutos Nacionales de Segunda Enseñanza. En la actualidad se denominan Institutos de Enseñanza Secundaria.
A lo largo de sus más de 160 años de historia, los Institutos de Bachillerato han sido centros donde se ha formado un gran número de personalidades relevantes de la historia española. Además, grandes hombres de la cultura de nuestro país impartieron la docencia en sus aulas, magisterio que, en muchos casos, compartían con otras labores intelectuales.
Muchos saben que ejercieron como catedráticos de Enseñanza Media importantes personalidades de la literatura, entre las que podemos citar a Gerardo Diego, Antonio Machado y Guillermo Díaz-Plaja y que otros hicieron incursiones en el terreno de la política: Suárez Somontes fue Director general de Enseñanza Primaria y José de Galdo y Pérez fue alcalde de Madrid. Sin embargo, es mucho menos conocido que hombres eminentes de la ciencia que se hacía en España compartieron su labor docente, en los Institutos de Bachillerato, con la investigadora en los laboratorios y bibliotecas.
No se trata de pasar revista a todos estos científicos ya que sin duda alguna quedarían en el tintero muchos nombres tan importantes como los que se mencionan: el madrileño Fernando Amor y Mayor (1822-1863), que formó parte de la expedición científica al Pacífico (1862-1866); Pedro Felipe Monlau y Roca (1808-1871), de Barcelona, higienista; Juan Carandell Pericay (1893-1937), de Figueras (Gerona), que difundió en nuestro país la teoría sobre la deriva continental, de Alfred Wegener, y las ideas geomorfológicas de Émile Argand y William Morris Davis;  el madrileño José Augusto Sánchez Pérez (1882-1958), uno de los más importantes estudiosos de la  ciencia española; Buenaventura de los Reyes Prósper (1863-1922), de Castuera (Badajoz), introductor de la  lógica y las geometrías no-euclídeas en España; el leonés, de Ponferrada, Celso Arévalo Carretero (1885-1942), pionero de la hidrobiología española, etc.

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